A cerca de 10 años de haberse materializado el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, una serie de convocatorias populares comenzaron a tener cabida en la ciudad de Punta Arenas a partir de 1983, instancia que verá plasmado casi un año más tarde con el denominado “Puntarenazo”.
Y es que ante el difícil escenario que enfrentaba un número significativo de compatriotas, diversas organizaciones sindicales y gremiales estimaron que era pertinente desestimar, dentro de lo posible, las medidas adoptadas por el Presidente Augusto Pinochet Ugarte.
De esta manera, los principales movimientos sociales y democráticos en la región, particularmente la Coordinadora de Pobladores y el Comando Multigremial de Magallanes, encabezados por el Grupo de Estudios Constitucionales o Grupo de los 24, llevaron a cabo una serie de “cabildos populares”, siendo esta seguidilla de reuniones comunitarias, la  antesala histórica del reconocido “Puntarenazo” del día domingo 26 de febrero de 1984.
El Grupo de los 24 fue una organización nacional cuya génesis data de junio de 1978, compuesta por juristas y personas naturales explícitamente opositoras al régimen dictatorial, quienes por su parte, esgrimían la idea de crear un proyecto alternativo de Constitución a la redactada en 1980, simbólica iniciativa que sirvió de base a sustanciales reformas implementadas en la máxima norma legal tras el retorno a la democracia. “Todas las organizaciones populares y poblacionales, ex alcaldes y ex regidores, así como todos los vecinos de una zona urbana determinada son los llamados a participar en los cabildos abiertos.  Allí, además de expresar sus problemas, discutirán y acordarán iniciativas y acciones de lucha para exigir soluciones reales a sus problemas.  Se trata en consecuencia, de organismos populares, amplios pluralistas, verdaderas escuelas prácticas de la futura democracia chilena” (..), invitaba la organización presidida por el abogado y docente Manuel Sanhueza Cruz, emblemático personaje que se desarrolló como Ministro de Justicia durante el gobierno de Salvador Allende Gossens.
Bajo este contexto, el 4 de febrero, el intendente regional (s) general Alejandro Medina, anunció por medio de la prensa local el programa de la visita presidencial coordinada entre los días 24 y 29 del aludido mes, proclamación que no haría esperar a los integrantes del Comité Organizador de los Cabildos, quienes resuelven de inmediato la calendarización de las futuras reuniones.
Ya para la segunda convocatoria correspondiente al 18 de febrero, alrededor de 350 personas, entre pobladores, estudiantes universitarios, gremios de trabajadores, partidos políticos opositores y algunos colegios profesionales, arribaron hasta la Parroquia Cristo Obrero, donde además de conciliar la formación de Comités de Pobladores en todas las poblaciones de Punta Arenas y la realización de un tercer cabildo, se acordó la materialización de la protesta contra Pinochet, iniciativa que gracias a la circulación  periódica del medio escrito de entonces, aumentó la expectación por parte de la comunidad.
Viene al caso indicar que el acto de disconformidad preparado para el día 26, se constituyó ante el ojo público bajo el fundamento de reclamación ante el 23% de cesantía presente, además de los bajas remuneraciones percibidas para los programas de Empleo Mínimo (PEM) y Ocupación para Jefes de Hogar (POJH), justificando así la eventual multitudinaria reunión ciudadana.
Finalmente, a las 12.00 horas del domingo 26 de febrero y tras los tradicionales campanazos de la Catedral, el general Pinochet se trasladó hasta el centro neurálgico de Punta Arenas con el objeto de recibir los honores pertinentes, instancia que sólo alcanzó a durar poco más de 10 minutos, ya que una vez finalizada la interpretación del Himno Patrio, se agudizó la represión en contra de los cientos de manifestantes apostados sobre el principal recinto eclesiástico de Punta Arenas, obligando a un ofuscado Mandamás a abandonar el lugar junto a su esposa, quienes una vez en las instalaciones del Hotel Cabo de Hornos, hicieron manifiesto su descontento frente al situación vivida minutos antes.
“Lo importante de este acto, en un escenario tan directo y cercano a la figura del dictador, generó un cambio de percepción, básicamente porque a partir de entonces la comunidad se dio cuenta de que era posible ir a reclamarle a la autoridad. Creo que ese es un tema de mucha valentía que hacen los magallánicos, instancia que sin lugar a dudas, trascendió, no lo pudieron ocultar”, comentó el ex intendente regional Jaime Jelincic Aguilar, quien en aquel entonces formaba parte de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Magallanes (UMAG).
“Es bueno que nuestros hijos conozcan lo que fuimos capaces de hacer, porque cuando uno tiene clara y presente su historia, también puede enfrentar el futuro con mayor fortaleza, dignidad y mostrar que tiene la capacidad de asumir grandes desafíos. Desde esa lógica, es un tema que enriquece la historia”, puntualizó Jelincic, aludiendo al significativo impacto regional, nacional e inclusive internacional, provocado desde las entrañas de esta austral zona.