Hoy, cuando todos los esfuerzos del Gobierno apuntan a mejorar la calidad de la educación en Chile y hacerla más equitativa para que todos tengan las mismas oportunidades, la Agencia de Calidad de la Educación dio a conocer una serie de cambios que tendrá la prueba Simce de aquí al 2020.
La calidad y propiedad de las pruebas Simce no merecen dudas. A lo largo de las dos últimas décadas, el profesionalismo en su elaboración, entrega de resultados y devolución de información al sistema educacional sólo ha ido en aumento. Sin embargo, la enorme batería de evaluaciones anuales -tendencia que creció en la última década- ensombrecía en algo el panorama. Como ya se señalaba el año 1988, el objetivo de estas pruebas consistía, según cita del Mineduc, en “contribuir al mejoramiento de la calidad y equidad de la educación, informando sobre los logros de aprendizaje de los estudiantes en diferentes áreas de aprendizaje del currículo nacional, y relacionándolos con el contexto escolar y social en el que estos aprenden”, vale decir, en ser un termómetro de lo que sucedía en nuestro sistema escolar.
Al aumentar excesivamente en su número de evaluaciones, ese termómetro Simce se comenzó a transformar en una “palanca”, introduciendo presiones extras sobre las escuelas, docentes y alumnos. Con la reducción drástica del número de pruebas se vuelve a la línea más tradicional y -lo que resulta nada menor- ayuda a disminuir la competencia entre establecimientos educacionales.
El diagnóstico
Carlos Henríquez, secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación, confirmó a LUN una realidad evidente para miles de niños y sus padres: muchos colegios trabajan durante meses sólo para entrenar estudiantes para la prueba Simce. Y a su juicio eso desnaturaliza el proceso formativo. “Nuestro foco es dotar de mayores habilidades y destrezas a los niños para que avancen hacia una educación más integral. Un número más acotado de evaluaciones les permitirá a los establecimientos tener tiempo para que los niños aprendan más”.
Menos pruebas
El plan aprobado contempla el desarrollo de nuevos instrumentos y la reducción de las pruebas censales en 50%. Con el plan anterior, un estudiante podría dar seis evaluaciones censales a lo largo de su trayectoria en el sistema escolar, en tanto, el plan aprobado contempla un máximo de tres.
En lo concreto, desde este año el Simce pasará de 17 pruebas anuales a 8 o 9 dependiendo del año. “El plan pasado tenía muchas evaluaciones, pero no
necesariamente con más evaluaciones vamos a tomar mejores decisiones para avanzar en calidad de educación. Bajamos las pruebas para no agobiar innecesariamente al sistema educativo”, señala Henríquez.
Aprende más y mejor
El Plan de Evaluaciones 2016-2020 incluye importantes innovaciones como la evaluación muestral. Es el caso de la prueba de Educación Física y Salud (que se realizará el 2018), Inglés (2017 y 2020) y Lectura para 2º básico (2017 y 2019). Se añadirán otras dos pruebas muestrales: Formación Ciudadana (2017) y Competencias Genéricas de la Educación Técnico Profesional (2020).
Conociendo a los alumnos
Además, se introduce un nuevo modelo de evaluación, donde se pone a disposición de los profesores pruebas de uso interno en lectura 2° básico, que entregan datos respecto a los avances en los aprendizajes en relación con los estándares de aprendizaje, permitiendo de este modo orientar la toma de decisiones pedagógicas y fortalecer los procesos internos de evaluación en las escuelas. Esto implica entregar también mayores capacidades a los docentes.  
En el caso de 2° básico, las pruebas de uso interno buscan ser una evaluación para que los estudiantes lean comprensivamente y avancen en los aprendizajes, a través de las acciones que los profesores adopten en las salas de clases.