Pero habrá otra disputa en la que muchos coincidiremos y alentaremos unidos en un mismo color. Será la final de la Copa Confederaciones, en la que nuestra Selección Chilena de Fútbol enfrentará a Alemania.
Independiente del resultado, hay muchos puntos interesantes para reflexionar con respecto de lo que viene ocurriendo en el fútbol chileno tras el 28 de junio de 2014. ¿Qué pasó ese día? Fue cuando La Roja, de Jorge Sampaoli, enfrentó a Brasil en su propia casa, en su propio mundial. Y a los verdeamarillos los puso de rodillas, tras haber eliminado en esa cita máxima del balompié a los españoles campeones del Mundo. Pero la poca eficacia al momento de disparar los penales no nos permitió avanzar a cuartos de final de esa cita mundialista.
No obstante, tras esa calurosa tarde en Brasil, la historia parece estar cambiando.

Aunque soy de los que respetan absolutamente al Chile de 1962 dirigido por Fernando Riera, ya que crecí con aquellas epopeyas, narradas de los labios de mi padre, Raúl, quien con abono en mano asistió a todos los partidos del Estadio Nacional e Santiago, también soy de los que creen que fue Marcelo Bielsa el que definitivamente le ayudó a estas nuevas generaciones de futbolistas no sólo a ganar en la cancha. Lo principal que les enseñó el rosarino a miles de chilenos fue a que se le puede ganar a la vida. Se le puede ganar a terremotos, se les puede ganar a tsunamis, se le puede ganar a muchas injusticias, se le puede ganar a la desidia.

Hoy, nuestros hijos ven triunfar a chilenos por todo el Mundo. Antes nos conformábamos con poco, porque no había mucho.
Las nuevas generaciones han sido testigos de cómo los nuestros han silenciado a selecciones que en sus filas tienen a los mejores del orbe: un doble título ante la Argentina de Lionel Messi y el miércoles eliminando a Portugal de Cristiano Ronaldo (CR7).
Hoy, los dirigidos por Juan Antonio Pizzi enfrentarán a Alemania, en un torneo de categoría mundial e independiente lo que pase, están dando señales muy positivas para saber que Chile puede. 

En la selección, todo lo que ha pasado después del palo de Pinilla ha sido positivo. Se fue Jorge Sampaoli, el que entregó las mejores armas técnicas y tácticas, y el equipo sigue jugando bien. ¿Por qué? Porque ya conocieron el orden, el trabajo en equipo, la rigurosidad, la disciplina táctica y lo principal: el convencimiento, armas entregadas por Bielsa y Sampaoli.
Tras ese “maldito” palo de Pinilla vino la explosión. Muchos de la “generación dorada” se dieron cuenta de que futbolísticamente tienen todo para seguir entregándonos alegrías y en forma más continua que las que a nuestros ancestros le otorgaron el “Tata” Riera y otro goleador también de apellido Sánchez, pero llamado Leonel.
Hoy es muy agradable preguntarle a nuestros hijos qué resultado creen obtendrá la selección. La mayoría responde con mucho optimismo, porque han crecido con triunfos. Ojalá nuevamente terminemos festejando juntos.