Esta es una historia poco común,
pero que puede entregar una valiosa lección a todos quienes, por esas cosas del
azar, pudieran encontrar objetos valiosos, dinero y otras especies en la vía
pública.
Hace unos días, Juan Alba Ortega,
viudo, ya de 78 años de edad, quien, desde hace once años, trabaja para la
empresa Áreas Verdes, contratista de la Municipalidad de Punta Arenas en
diversas labores y tareas, tuvo el rol de protagonista principal de esa
historia.
Ocurre que, hace unos días, “Don
Juanito”, así le llaman con cariño sus amigos y conocidos, ya había cumplido
parte de sus diarias labores de barrido y mantención del ornato y el aseo de la
céntrica calle Bories.
Al encontrarse en la esquina de
esa arteria con la Avenida Colón, se halló con una persona en situación de
calle que, al parecer, buscaba en la vía pública, alguna moneda que le
permitiera reunir lo necesario para desayunar.
“Don Juanito” lo vio pasar, pero
se dio cuenta que en el deambular de esa persona, había pasado por alto un
objeto cuadrado que estaba tirado en el suelo y que él se apresuró a recoger.
Sorprendido, escuchó el sonido de
la campanilla del objeto y comprobó que se trataba de un teléfono celular,
moderno, grande, pero que él no sabía ni sabe manejar por lo que no pudo
responder las llamadas que recibía el aparato.
Pidió ayuda en un céntrico local
de calle Bories, donde se comercializan, precisamente, teléfonos celulares, sus
accesorios y funciona un centro de llamados y un ciber.
Y recibió ayuda, por el dueño del
establecimiento, Rodrigo Blasco, contestó una de esas llamadas, ubicó al dueño,
ejecutivo de una compañía de teléfonos cercana, quien recuperó su aparato con
la ayuda de una compañera de trabajo, quien lo retiró de la manos de Blasco y
de “Don Juanito”, ya que el dueño se encontraba en Porvenir, hasta donde había
viajado esa misma mañana, muy temprano.
Todos felices y contentos: el
dueño del celular, aliviado; Rodrigo Blasco, servicial, como siempre, y el
honrado “Don Juanito”, satisfecho por haber actuado en forma correcta, lo cual
fue reconocido en una carta a este diario en la que se destacó su gesto.
Juan Alba Ortega vive en la calle
Martín Cerda, en la Población Pablo Neruda, solo, porque no tiene familia
cercana a él, pero es autovalente: “Sé cocinar mi comida; lavo, plancho y
mantengo la casa limpia”.
Y, además, devuelve celulares
caros, porque el que encontró en la calles era un Smart Phone G – 4 Plus, cuyo
valor comercial supera los 500 mil pesos.
Más historia
Juan Vargas, otro trabajador de
Áreas Verdes, quien ayudó a ubicar a su compañero de trabajo, contó que por las
mañanas de Punta Arenas, al barrer y dejar limpias las calles, “se encuentran
muchas cosas”.
“A veces, aparece ropa de hombre
y de mujer, abandonada en la vía pública, alguna de cierta calidad y las
recogemos, las metemos en las bolsas y las tiramos para que se vayan al
vertedero”, dijo con cierta socarronería.
Pero “se encuentra de todo: desde
esa ropa, botellas de licor a medio consumir, tarros de cerveza, papeles,
basura y una que otra monedita que no siempre es de quinientos pesos”.
Y la guinda de la torta la puso Juan Alba Ortega: “Hace años, cuando recién salieron a circulación, con un compañero, hallamos en la calle un billete que no conocíamos y pensamos que era argentino. Lo guardamos como curiosidad, pero por la tarde, nos dimos cuenta que se trataba de un billete de 20 mil pesos que, como buenos amigos, nos repartimos mitad y mitad”.