“Eran como las ocho y media de la
mañana y yo me disponía a servirme un café, cuando escuché un ruido muy fuerte,
más que el viento. Mi hija gritaba. Mi marido se acercó a un lugar protegido.
El polvo nos envolvió y no veíamos nada, mientras el viento seguía soplando y
seguía cayendo material sobre lo que era nuestra casa. Estábamos asustados,
pero no teníamos heridas, el susto eso sí, era grande”.
Ximena Alvarado, esposa del dueño
de casa, Jacobo Weinnger, recordó esos dramáticos momentos que debió enfrentar
al interior de la residencia ubicada en la calle Antonio Beaulier, a la altura
del 0300, en la Población Cecil Rasmussen, ubicada en el sector norponiente de
Punta Arenas.
“Nuestra hija se encontraba en
otro dormitorio de la casa y no podíamos verla porque el polvo lo cubría todo
en el interior de nuestra casa y el viento que se colaba por los huecos que el
material que se había desplomado había abierto en el techo”, agregó Ximena.
“Nosotros, con la ayuda de un
maestro de la construcción, calculamos que sobre nuestra casa cayeron unos 8
mil kilos de material de concreto que provenía o que estaba en un muro de cinco
metros de alto y unos 16 metros de largo que estaba levantando nuestro vecino
para construir un segundo piso de su vivienda”, señaló Jacobo Weinnger.
La vivienda, efectivamente,
evidencia la fuerza y el peso de los materiales que cayeron sobre la vivienda
siniestrada a causa del fuerte viento que se abatió desde la madrugada y hasta
horas de la tarde del martes: hay vigas quebradas; techo caído; muebles
aplastados en lo que fuera el living comedor; restos de un televisor; menaje y
hasta vajilla y ventanas rotas.
“Afortunadamente, tenemos
seguros, pero no van a cubrir la totalidad de los daños que hemos sufrido,
aunque el vecino, Jaime López, nos hizo saber que asumiría la responsabilidad
que le corresponde”, explicó Weinnger.
Después, tuvo palabras
emocionadas y de profundo reconocimiento para todos los vecinos que, una vez,
que la mala noticia se extendiera por el sector, concurrieron a ayudar a la
familia afectada por el lamentable hecho, a expresar su solidaridad y su apoyo
ante lo que pudo ser una tragedia de mucha mayor gravedad.
Por ahora, los afectados no han
solicitado ayuda a los organismos municipales o de gobierno. Se encuentran
haciendo uso de un departamento, en el cual están pernoctando, pero pasando la
mayor parte del día en lo que fuera su casa, ahora devastada por la caída del
material del muro medianero en su construcción.
Mientras tanto, las rachas del viento frío de fines de este invierno, siguen soplando sobre los restos aplastados de la vivienda de la familia Weinnger – Alvarado, mientras padre, madre e hijas, especialmente Yarela, experta en las técnicas de tatuaje y cuyas tintas y fuente de poder fueron destruidas también por el material caído por el viento, se aprestan a enfrentar la situación y salir adelante, con trabajo, con esfuerzo, pero, por sobre todo, con el recíproco cariño familiar, tanto o más fuerte que el viento aquél que derribó el muro que reventó la vivienda que han compartido por largos años.