Hace algunas horas participaba de un encuentro en el que se conocían algunas estrategias pedagógicas a implementar en el aula y con el propósito de facilitar los aprendizajes en los niños en un determinado nivel de su educación.
Por cierto que las discusiones en torno a ello, siempre resultan enriquecedoras y fascinantes, en especial para quienes nos dedicamos en cuerpo y alma a ésta noble tarea. En el transcurso de la conversación y en medio de profesionales jóvenes, entusiastas y con conceptos innovadores, surge a modo de conclusión el objetivo último de tanto esfuerzo y esmero porque realmente la educación sea el trampolín que impulse a las generaciones a la plena felicidad y realización personal.
Todos estamos por ello; hemos apostado todas nuestras fichas para que ello se concrete. El tema es que la burocracia, la descomposición de los sistemas, la irresponsabilidad de quienes ideologizan un sistema que siempre debió conservarse puro y ajeno a manos inescrupulosas; hoy, parezca una mercancía con la cual han pretendido chantajear a todo un país haciéndoles creer que la Educación se puede entregar gratuitamente y además: de calidad.
Todos sabemos que lo bueno cuesta caro. A nadie le puede convencer que ha de mantener un sistema de alto nivel y no cobrarás ni un céntimo. . . Aun, cuando hay quienes pretenden vender aquello que hoy se ésta por “rescatar” la educación del “mercado”, los mismos que tienen a sus hijos en colegios particulares o han egresado de ellos en algún momento.
Ese discurso tan inconsecuente, popular y demagógico se desvanece sin mayores esfuerzos a la luz de las realidades y que además, rebaja un sistema tan digno y noble como resulta ser la educación a una simple tómbola, para obtener algún cupo en el establecimiento que ellos determinen.
Hay países en la región que han mantenido la gratuidad de sus sistemas educativos, pero lo que no se comenta, es la mediocridad de lo que entregan o de qué forma y manera mantienen sus instalaciones, sus equipos , sus bibliotecas, laboratorios, remuneraciones de sus profesionales. . .
El ciudadano común y corriente, el que vive el día a día, necesita se le hable con la verdad y sin engaños.
Para demostrar que la educación y el sistema puede ser motivo de orgullo, satisfacción y traslucirse en felicidad plena, basta anotar algunas experiencias generadas en un establecimiento que rara vez es destacado por sus logros y realizaciones. Me refiero al Liceo de Puerto Williams, el Donald Mc Intyre Griffiths, que atiende una matrícula cercana a los 500 alumnos y desde sus niveles Pre., Básica y Media.
Una apoderada me refería su felicidad por el hecho que su hija, en breve concluiría sus estudios universitarios gracias a una beca que se le gestionó en algún momento y que le ha permitido proseguir sus estudios superiores sin contratiempos. Beca que le otorgo una empresa regional y a instancias de gestiones realizadas por las autoridades pertinentes.
Otra; una ex alumna del establecimiento reconociendo el apoyo y la acogida que se le hizo en algún momento por parte de la comunidad educativa y de lo que resultó que continuara sus estudios, concluyera con su Enseñanza Media, luego los superiores y hoy sea una flamante profesional de la educación. Y como preciado regalo., su hija transformándose en algún tiempo más, en distinguida colega de su progenitora. En los casos mencionados, el denominador común y como balance final, es la felicidad aportada a un proceso iniciado por ambas y cuyo objetivo final no era otro, que asentar estabilidad, seguridad y confianza en el futuro. Se han dotado de las armas necesarias para labrarse un futuro digno y que les permita mantener en la retina, la gratitud y reconocimiento a este manoseado y ninguneado sistema educativo.
No importan las distancias, si eres A, B, C o D; si es gratis, subvencionado o particular. . .Importan los apoyos de las familias, de la sociedad, del entorno, de la mirada altruista y la sensibilidad de quienes no escatiman hacer el bien y sin mirar a quien. Basta de tratar de influenciar negativamente el análisis que podamos tener sobre un sistema que debe arrojar, por sobre resultados estadísticos; esa bella, única y plena sensación de felicidad y realización personal de nuestras generaciones jóvenes.