Muchas veces he dicho… No
me gusta decir que te lo dije, pero conste que te lo dije. En estas
últimas semanas, el país, afortunadamente, ha despertado a una realidad
que nos ha estado sacudiendo desde hace años, que ha ido en aumento, que
nos ha estado golpeando en las narices y que no queríamos reconocer,
que no queríamos ver, a la que preferíamos dar vuelta la cara y hacernos
los lesos, como si nada pasara; me refiero específicamente al
narcotráfico. Las balaceras en un sector de Santiago, al mejor estilo de
septiembre del 73, que bien conocemos los que nos tocó vivirlo en la
ciudad capital. Ahora, en la práctica, la autoridad no puede entrar, no
puede
actuar, lugar y lugares que se han abandonado al poder de los carteles,
es algo real y que, repito, por suerte se está develando, por suerte lo
están tomando los medios de comunicación, por suerte ha hecho
reaccionar a las autoridades, por suerte está en la reacción de la
gente, de los ciudadanos.
El tema es, cómo hemos llegado a esto y cómo
evitar que lo mismo llegue a nuestra región. Hace años atrás,
tímidamente se veía un aumento del consumo de droga por estos lados, lo
más conocido y de boca en boca era de algunos conspicuos personajes,
mayoritariamente adinerados, que se jalaban para poder rendir mejor en
distintos aspectos de la vida, el laboral, el social, el sexual, pero
era algo sin mayor importancia, casi como anécdota. Hará unos quince o
veinte años desde que se viene notando un aumento en el consumo; primero
se sabía de los inhalantes y su fácil adquisición en el mercado,
principalmente por jóvenes que eran estigmatizados al situarlos en
determinados barrios o condiciones sociales; después, poco a poco, se
notó el mayor consumo de marihuana… Y
así hemos ido, lamentablemente, creciendo, acercándonos a “las grandes
ciudades”, “al desarrollo”.
Cuando comentábamos esto, normalmente la
autoridad decía que sólo éramos un lugar “de paso” de la droga, y que
ésta jamás se quedaría, por la distancia, el aislamiento, y bla, bla,
bla. De repente la policía o aduana mostraba un decomiso como para
demostrar que las instituciones funcionan y que no había nada de qué
preocuparse. Craso error, que se está pagando ahora y muy caro. No me
importa ser majadero en esto, pero quiero hacer recuerdo que desde mi
primer período
de concejal en 2001 vengo, no se si denunciando o anunciando, la
necesidad de un centro de rehabilitación para jóvenes adictos a drogas,
de las lícitas y de las ilícitas, principalmente en una época que se
repitieron, desgraciadamente, varios fallecimientos de niños por
intoxicación.
No me olvido que una alta autoridad de la época, me dijo que no insista en el tema, porque eso era muy caro y que era preferible que los drogadictos se maten solos. No lo nombro, porque ya no está en este mundo. Si existe otro, supongo que se dará cuenta de su tremendo error. Amigas y amigos, el narcotráfico se termina combatiendo a los peces gordos, no a la viejita que vende para comprar zapatillas caras al nieto, o para poner cerámica en su casa, ni al cabro que planta en su casa para su consumo propio; se termina sanando a los enfermos que quieran rehabilitase; se termina educando desde el jardín; se termina evitando que los adictos acudan a los traficantes y sus siniestras redes. Lo demás es como sacar con la mano el agua del bote que se está inundando. Eso no más te digo… Tu verás.