Mucho se dice del desarrollo a escala humana, es decir, considerar al ser humano como centro de toda actividad que implique crecimiento en cualquiera de sus manifestaciones: educación, salud, vivienda, etc. Lamentablemente vemos -y sufrimos en carne propia-, que esto no sucede y que se privilegia lo visible, lo ostentable: la construcción, la carretera, cortar las cintas de rigor, los medios de comunicación, la prensa, las sonrisas de rigor y los apretones de manos y que el gobierno de tal o cual crece, se proyecta al futuro y cumple sus promesas. Pero después de la parafernalia y como dicen unos versos de Mario Benedetti, está la gente real, concreta: “Pero aquí abajo, abajo/cerca de las raíces/ es donde la memoria/ ningún recuerdo omite/y hay quienes que se desmueren/ y hay quienes se desviven/…” Los olvidados de siempre reciben las migajas del banquete, la torta se la comen otros (los pocos de siempre) y hay algunos ilusos que creen que por pasar su dedo por el dulce son parte del festín, se sienten partes de, pero no saben que sufren el desprecio de los mismos que ellos apoyan. No crecemos con igualdad, cada vez es mayor la exclusión, la marginación y la terrible división entre los que tienen y los que no. El desafío verdadero es propiciar un crecimiento y desarrollo pero que no siempre beneficie a los mismos. La derecha política del país se ha encargado maliciosamente de hacernos creer que sólo el desarrollo económico traerá progreso y prosperidad, que el gobierno no sabe nada de nada y que vivimos una crisis como Venezuela, pero lo que no dicen es que ese desarrollo muy pocas veces llega realmente a usted, a mí, a todos los chilenos. Los que se enriquecen son siempre los mismos y los que se empobrecen es la mayoría del país, si no cree piense solamente cuánto ha aumentado el sueldo mínimo y cuánto ganan nuestros “honorables” instalados en Valparaíso: la diferencia es una soberana burla e incluso aquellos que no estaban de acuerdo con semejantes sueldos, nada lograron y se meten igual la mano al bolsillo mes a mes… Es cierto que debemos crecer pero ¿a qué costo?, ¿seguiremos con la precariedad de nuestra seguridad social, educativa, salud, vivienda?, ¿seguiremos con las listas de espera para nuestros adultos mayores?, ¿seguirá siendo el pueblo el pariente pobre de los gobiernos de turno?... Muchas preguntas, mucha rabia y pocas soluciones… Personalmente prefiero menos cemento, plazas, carreteras y más gente con sus necesidades satisfechas porque con el estilo y mentalidad que tenemos actualmente hay quienes reclaman porque las calles tienen hoyos y se le estropean sus amortiguadores y neumáticos pero les importa una soberana mierda que haya gente que no tiene qué comer porque son flojos y no quieren trabajar…Hemos llegado a niveles de fraternidad miserables, los vínculos personales y el compromiso con los demás prácticamente no existen y nos movemos bajo la consigna del “sálvese quien pueda”… Esto último es la lógica perversa y la base del modelo social: el egoísmo, la falta de solidaridad y sólo basta recordar a la estúpida periodista que señalaba frente a un robo con asalto que “menos mal que atacaron a la nana y no a los patrones”… Así está nuestra a mentalidad, así de podrida nuestra conciencia, así de manipulados y así de desgraciados. Se llenan la boca con la noticia de los barrios narcotraficantes, pero se quedan calladitos con los barrios consumidores porque ahí está la gente bien, la gente que progresa, no esos picantes de abajo que lo único que saben es reclamar y no quieren trabajar…En fin, está en usted, en mí, en todos, que barramos con estas mentalidades y con todos los “candidatos” que mantienen esa lógica…No siga votando por quienes nos desprecian, por los sinvergüenzas de turno, por los oportunistas, por los travestis políticos que nunca se definen. Para todos, como siempre, un abrazo.
P.D.: menos para los que siguen prefiriendo el cemento antes que la dignidad.