La actriz Gabriela Muriel Pérez Andrade nació en Panamá, creció en Brasil, estudió en Santiago y triunfa en Francia… y en todos los lugares del mundo siempre, siempre le pena la nostalgia de un Magallanes esquivo que cabalga en el recuerdo de las noches frías. La actriz Gabriela Muriel Pérez Andrade nació en Panamá, creció en Brasil, estudió en Santiago y triunfa en Francia… Y en todos los lugares del mundo siempre, siempre le pena la nostalgia de un Magallanes esquivo que cabalga en el recuerdo de las noches frías.
La primera vez, estuvo a casi 200 kilómetros de Punta Arenas. Entonces, tenía apenas seis años, acompañaba a sus padres y a otros exiliados en la marcha pro retorno que alcanzó a llegar sólo hasta Monte Aymond: “Una vez que llegamos al límite estaban los militares, no pudimos seguir... Era la más chica del grupo y todavía siento esa emoción y miedo de estar en la frontera, a pocos kilómetros de una tierra donde mis padres fueron arrancados de raíz y de un lugar del que tantas historias me habían contado”, dice.
En el recuerdo todavía siente el viento de 1986 golpear fuerte en su rostro de pequeña y las consignas contra Pinochet. Vestía una chaqueta celeste y sobre ella un poncho. Alzaba el puño y veía la región como quien está frente a una vitrina inalcanzable. Era lo más cerca que había estado de la tierra de sus padres (Flora Andrade y Libio Pérez). Ambos torturados y exiliados.

Un año después, el 11 de marzo del 1987 ingresa por fin a Chile y casi de inmediato a Punta Arenas. “Visitamos al tío “Chato” (Paulino) y a la tía Rosita, en el barrio San Miguel. Desde la casa se veía Tierra del Fuego. Fui al campo, todavía recuerdo el viento y los colores de las casas”, suspira oraciones desordenadas, mientras su hijo de seis años pregunta algo en francés. Ella le responde. Pide disculpas por la interrupción y retoma el tema señalando que se siente magallánica.
“Tengo origen magallánico por el lado de mi mamá y papá. Mi madre (Flora Andrade) siempre me hablaba de Puerto Natales, del clima, la nieve, las caminatas que hacía para ir al colegio, y mi papá de Punta Arenas y del carácter introvertido de las personas de la región, una característica muy propia de él y que de seguro se da por el frío… siempre la zona ha estado muy presente en mí, aunque esté en cualquier parte del mundo, porque mis raíces son de allá, mis ancestros son de allá… tenemos las cenizas del abuelo y queremos, en familia, llevarlas a Punta Arenas algún día”.
Gabriela Pérez estuvo en Cannes, para el estreno del largometraje “Illégal” del director belga Olivier Masset-Depasse, donde tiene uno de los papeles protagónicos. Y hace pocos días atrás presentó la misma película en Santiago.
El filme (drama-acción) trata de la vida de tres mujeres emigrantes arrestadas por vivir “sin papeles” en Bélgica. Pérez es Olga, una de las protagonistas que sufre el mal trato de un país que no entiende a los inmigrantes.
¿Cuál es el impacto de Illégal?
“Es un golpe duro para los europeos, porque la película no justifica ni habla de los motivos de los inmigrantes para llegar a un país como Francia, sino cómo los tratan, la situación de las cárceles, la división que genera en las familias. Y creo que ellos se sienten culpables, porque es como si se miraran frente a un espejo. La película tiene límites frágiles con el documental. Hay mucha investigación de parte del director y de los actores. Yo me interioricé mucho en el tema, conversé con ilegales, sentí y viví sus historias y las crucé con mi experiencia, hija de padres exiliados, torturados. Imagínate que cuando arrestan a la protagonista –en la película-, ella se quita las huellas digitales con una plancha. Los niños encarcelados, sin haber hecho nada, sólo no tener papeles, tienen derecho a una hora diaria para salir al patio. Hay una amenaza sicológica permanente y que se da en todo el mundo. Es una historia que atraviesa los tiempos y las fronteras”, explica.
La película suma éxitos en varios festivales de Europa, nominaciones en Cannes, mejor película extranjera en César… Y fue presentada el martes pasado en la Librería de Le Monde Diplomatique, donde la actriz pudo dialogar con los asistentes.
Gabriela, gran parte de su carrera la ha hecho en Europa, en producciones de cine arte; y otras americanas, en las que ha compartido escenario con actores de la talla de Bruce Willis… Avanzar no ha sido fácil, pero valora el éxito alcanzado fuera de Chile, aunque en su corazón late fuerte el viento de la Patagonia y la imagen de una historia que pudo ser, si otro Chile hubiera sido posible.
¿Dónde te gustaría presentar la película?
“Me encantaría presentarla en Punta Arenas y hacer talleres. Yo encantada iría, incluso cambiaría el pasaje de retorno a Francia –regresa mañana-. Creo que el tema de los inmigrantes es muy importante y cruza a todo el planeta. Yo estoy extremadamente comprometida con lo que hago, con Magallanes, seguí muy de cerca el paro del gas y siempre estoy atenta a lo que allá ocurre… Pero siempre los costos son altos, imagínate, el pasaje de París a Santiago, con la familia ya es elevado”.
¿Cómo se ve Chile y Magallanes desde Francia?
“Magallanes para los franceses es un paraíso desconocido. Todos sueñan con ir y Chile sigue siendo conocido por Pinochet, todavía se ve muy lejos, hay mucha gente que no sabe que existe este país”.