Una radio especializada en temas de misterios, que transmite las 24 horas, y una treintena de programas en diversas estaciones, hacen de España uno de los países con más interés en los temas del “lado B”, vale decir, los que se alejan de la cotidianidad y de lo que aseguramos es real.
En esta fecha, espacios como “Milenio 3”, “La Rueda del Misterio”, “Espacio en Blanco”, “El Sótano Sellado” y “Más allá de la Realidad” (todos posibles de escuchar a través de la red) centran sus emisiones en el personaje de Jesús y en los misterios de la Semana Santa.
Uno de los temas más recurrentes tiene que ver con un punto sensible, que toca la fibra más íntima de los cristianos: “¿Existió Jesús?
No son pocos los no creyentes, escépticos y ateos que plantean que no existen antecedentes ni indicio histórico que prueben la existencia del llamado Hijo del Hombre, más allá de los Evangelios, a los cuales tampoco dan crédito.
Sin embargo, escuchando testimonios y revisando libros, hay catedráticos, como el caso del español Antonio Piñero, que aseguran de la existencia del nazareno. El propio investigador, profesor y escritor (ver página 8 de este mismo suplemento), aclara que Jesús es el personaje que más lo seduce, que durante su vida lo “ha perseguido” y que, sin embargo, no siente nada especial por él en cuanto a la fe.
Lo de Piñero es sólo un ejemplo, más que válido, considerando que es el investigador de habla hispana por excelencia de la vida del personaje que también conocemos como Cristo. De hecho, de la existencia del nazareno no duda ningún historiador serio.
Sin embargo, qué nos dicen los textos antiguos. El historiador Flavio Josefo, un rebelde judío (fariseo) que luego de ser apresado por los romanos se convirtió en protegido del emperador, fue testigo directo de los hechos ocurridos en Judea. En el texto conocido como “Testimonium flavianum” de su libro “Antigüedades judías (91-94)” señala: “En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, (si es lícito llamarlo hombre); porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. (Él era el Mesías) Y cuando Pilatos, a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo. (Porque él se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él) Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido”.
Otro historiador romano, Tácito, cita a Jesús en sus “Anales” escritos hacia el año 116 d.C. al hablar sobre Nerón y el incendio de Roma en el año 64. Dice que el emperador creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que llamaban “cristianos, (un grupo) odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilatos. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo”.
Y aunque Flavio Josefo y Tácito son considerados los historiadores más importantes de aquellos tiempos, hay otros que también hicieron mención acerca de los pasos de Jesús.
Plinio, procónsul en Bitinia del 111 al 113 y sobrino, escribe en una carta (se conservan 10 libros de misivas que escribió), que los cristianos decían que toda su culpa consistía en reunirse un día antes del alba y cantar un himno a Cristo “como a un Dios”.
Luciano, un escritor griego (165 d.C.), satiriza a los cristianos en su obra “La muerte de Peregrino”, señalando que “Consideraron a Peregrino un dios, un legislador y le escogieron como patrón…, sólo inferior al hombre de Palestina que fue crucificado por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres. Su primer legislador les convenció de que eran inmortales y que serían todos hermanos si negaban los dioses griegos y daban culto a aquel sofista crucificado, viviendo según sus leyes”.