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Pensiones dignas para llegar a la cuarta edad

opinion
13/08/2017 a las 15:00
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Ya es cada vez más habitual ver a miles de chilenos superar los 80 años de edad. Nuestros abuelos viven mucho más que sus pares hasta hace un par de décadas. Esa es la realidad que tiene nuestro país.

Columna/análisis / Juan Ignacio Ortiz / Editor General Pinguino Multimedia

Y ese fenómeno se ve acrecentado en Magallanes.

En cinco años más existirán el doble de personas en edad legal de jubilación, y en las siguientes dos décadas ese número seguirá aumentando.

Hace un mes esos fueron los datos proporcionados por la Superintendencia de Pensiones y la Asociación de AFP. El cruce de esa información con la baja tasa de natalidad que ha venido registrándose en Chile dará por resultado un progresivo envejecimiento de la población.

Ante el escenario que se proyecta, el sistema de pensiones, basado en la capitalización individual, aparece como el más idóneo para sortear un cuadro en que el número de personas jubiladas se acerca cada vez más al de las personas activas laboralmente. Al contrario, cuando el financiamiento de la pensión de los jubilados depende de la contribución que hacen los más jóvenes, como ocurre en el sistema de reparto, la situación se vuelve explosiva, y tiende a agudizarse con la mayor longevidad de las personas. Con todo, de la mano de las mejoras en las condiciones de salud y bienestar de los adultos mayores, estos están demostrando estar en condiciones de prolongar su permanencia en el mundo laboral.

En el persistente descenso de la tasa de natalidad influye la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, y las limitaciones para la crianza que ello impone, sobre todo si se tienen a la vista el crecimiento y la densificación de las ciudades, que obligan a desplazamientos más extensos que restan tiempo a la vida familiar y sus responsabilidades asociadas. Los mayores costos en salud, vivienda y alimentación, por otra parte, propios de una economía que avanza, bajan la propensión a tener hijos. Y la preferencia de los jóvenes actuales por disponer de mayor tiempo libre y holgura económica los lleva a postergar el proyecto familiar o a anteponer uno en pareja con pocos o ningún hijo.

Todas esas variables ya es común apreciarlas en nuestra Región de Magallanes, con familias poco numerosas. No como antaño.

En el caso europeo, a pesar de las políticas públicas destinadas a facilitar y equilibrar las responsabilidades laborales y familiares, especialmente en el caso de las madres, con la creación de guarderías infantiles por parte del Estado y de la empresa privada, lo cierto es que la baja tasa de natalidad aún no ha logrado revertirse. Eso provocó en su momento que en Europa se abriera el mercado a trabajadores inmigrantes que suplieran el déficit de mano de obra, pero esto mismo ejerce presión sobre las políticas migratorias cuando esas economías no van bien y se requiere controlar el gasto público en protección social. Y las políticas de fomento de la natalidad han sido más intensamente utilizadas por los propios inmigrantes -siendo esa la causa del crecimiento poblacional en algunos países-, profundizando el debate en esta materia.

Por eso es importante la iniciativa de la cuarta edad. Hay que tener adecuadas políticas públicas para enfrentar el envejecimiento de la población. Hoy tenemos una tercera edad plenamente activa y que está prolongando la jubilación hasta por una necesidad económica debido a las malas pensiones.


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