La dirección de Obras Portuarias del Ministerio de Obras Públicas dará inicio, en marzo próximo, a una segunda etapa de reparación de la Avenida Costanera del Estrecho de Magallanes.
En esta etapa, se informó en la secretaría regional ministerial de esa cartera, los trabajos estarán destinados a la reparación de un tramo del borde costero, de un centenar de metros de extensión y con una profundidad de dos a tres metros, bajo el pavimento del mirador que se levanta frente a la curva de la avenida, a la altura de la ex planta chipera.
Para esos trabajos se dispone de un presupuesto de 300 millones de pesos, como lo diera a conocer, en su oportunidad, el seremi de Obras Públicas, Ricardo Haro.
El problema se suscitó en el curso del invierno pasado, cuando la fuerza del oleaje del Estrecho de Magallanes aumentó debido a los fuertes vientos del suroeste que soplaron sobre el paso bioceánico y golpearon duramente las defensas instaladas en el sector norte del borde costero de Punta Arenas.
Los gaviones, se indicó, tienen una vida útil de unos diez años, pero ésta se acorta cuando son golpeados por la fuerza de los elementos y esa falta de la debida protección destruye el borde costero.
Por ahora, se han colocado cubos de concreto y se han realizado otras reparaciones en la costa del Estrecho de Magallanes, pero el socavón, ubicado frente a la curva de Bahía Catalina, persiste, a la espera de los trabajos de recuperación que, según se informó, se iniciarán en el curso del próximo mes de marzo, a través de la dirección de Obras Portuarias.
Por ahora, es posible apreciar algunos hechos inquietantes.
Uno de ellos es que desconocidos han lanzado basura y desperdicios en el socavón, especialmente, botellas rotas.
Otro hecho negativo es que la fuerza del oleaje, en su oportunidad, quebró la tubería de un colector de aguas servidas que desemboca en ese lugar, con consecuencias fáciles de apreciar.
El socavón también presenta riesgos para algunos automovilistas más audaces de lo normal, quienes, en algunas ocasiones, han subido sus máquinas hasta el extremo del mirador cercano al mar, pero cuya base está “en el aire”.
Afortunadamente para ellos, el pavimento del mirador, de hormigón armado, ha logrado resistir el peso de esos vehículos, al parecer medianos y pequeños, y no se ha quebrado, pues si eso llegara a ocurrir, los vehículos caerían al socavón, con consecuencias imprevisibles, pero lamentables, para sus ocupantes.
El sitio es frecuentado por parejas y grupos de personas que se reúnen para compartir bebidas alcohólicas y dejan ahí los restos de botellas quebradas.