La mujer, quien alertó que efectivamente no poseía esa tarjeta, comenzó a caer en el nuevo modus operandi de los delincuentes bancarios.
“Él me decía mi dirección de hogar y mi correo personal en el cual me hace llegar dos mensajes. En uno de ellos venía un código los cuales me pidió y yo se los di”, relata la mujer. Todo con el pretexto de hacerle llegar a la brevedad, y para siempre, las cartolas de transferencias.
Lo increíble, para la mujer, es que la persona al otro lado del teléfono ocupaba frases como “esta conversación podría ser grabada”. Además de que quien hablaba distaba mucho de ser una persona sin manejo.
“Me parecía totalmente confiable; las palabras que ocupaba, cómo hablaba, la entonación. Estaba muy lejos de parecer un delincuente”, cuenta P.A.
Sólo por el hecho de una transferencia de una persona pudo percatarse, vía web, que algo no andaba bien en su cuenta.
“Allí noté que había una transacción y un cargo por $50 mil. Llamé a mi esposo y me di cuenta de que el llamado anterior había sido una estafa”, explica.
Rápidamente se comunicó con personal del Banco Estado, quienes le señalaron que estaban al tanto de esta nueva forma de operar de los malhechores.
Este viernes la mujer interpuso una denuncia en la PDI, esperando una solución.