Si bien el navegante no tuvo la ocasión de recibir los honores por el descubrimiento del paso entre océanos, nadie tiende a quitarle los méritos que su esfuerzo tuvo para el desarrollo de la historia mundial. Nos imaginamos a este hombre subido en la proa de La Trinidad, tal como lo esculpió el artista en nuestra Plaza principal, oteando el horizonte y descargando las primeras lágrimas por el resultado de ese preciso día. Su silencio y su distancia con su tripulación y con los otros capitanes sobre el fin de su expedición constituyó su secreto y uno de los secretos mejor guardados de la historia. La dinámica era avanzar y avanzar, pues tenía que existir un paso allá lejos, pero ¿dónde? De haberlo comentado o compartido con los demás capitanes habría sido un desastre, pues las opiniones, molestias y angustias habrían crecido como peste desde la altura del comando hasta el último marinero. Por ello, su personalidad y el éxito de la flota le obligó a pasar meses alejado de la gracia y vivencia de todos sus hombres. Conocer de su personalidad, antes de comenzar su aventura, durante todo el proceso de habilitación de sus naves y en la elección de su gente, y luego en el marco del trayecto propiamente tal, es digno de análisis y es un aspecto que, en esta época, profesores de historia y formadores debieran explorar. Es un gran espacio y la oportunidad de poder inculcar en nuestros jóvenes el espíritu y el ánimo para la exploración. Si, la exploración. Es la oportunidad que se tiene para reconocer que el estudio de la humanidad no se acaba con lo ya descubierto, sino que aún quedan aspectos por observar. Vivimos en una sociedad cada vez más reducida a los titulares de las noticias, donde importa la cantidad de muertos por sobre la identidad de las personas afectadas y el efecto que se produce su ausencia en sus familias. Magallanes zarpó hace 500 años con poco más de 240 hombres y solo regresaron 18. Para la época eso tampoco importó mucho, pues a pesar de la enorme pérdida, el resultado económico, con la llegada de un único buque de regreso y con la carga que logró, dio por pagado todo aquel sacrificio. Magallanes, un hombre común, rechazado por su nación, desestimado por sus anfitriones, generó todo tipo de anticuerpos y su perseverancia lo llevó a escribir la mas grande historia de la navegación de todos los tiempos.