Desatada la crisis hace ya 3 semanas, son numerosos los que abierta o solapadamente están pretendiendo sacar provecho de ella, para posicionarse en el espectro.

Algunos son descarados y aparecen como la cara visible de un sector. Así vemos a algunos dando clases de moral y comportamiento, con un lenguaje moderado al extremo que nadie les cree, el dicho: “los conocemos”, les cae de perilla. Procuran levantar banderas de independencia o regionalismo y molestan con su verborrea eterna. Atenta con la necesidad de tranquilidad que requiere la sociedad y sus mensajes son un insulto a nuestra inteligencia.

En los programas de televisión siguen invitando a los mismos: Lagos Weber, Chahuan, Hoffman, Miller, Mauricio Rojas, Vidal, Allamand y otros que, “siempre estuvieron escuchando a la gente”, pero que nunca le oyeron. En el Congreso son capaces de sacarse los ojos por un papel, mostrando la verdadera hilacha de nuestros parlamentarios.

Han aparecido, eso sí, interesantes pensadores como Ximena May o José Maza, que no tienen temor de decir lo que piensan porque no gozan de una acomodación política en el sistema, o tan claras como la aparecida estudiante de derecho que ha dejado callado a los más connotados conductores. Ellos son los representantes reales de la comunidad expresada. No se requieren cátedras ni discursos rimbombantes, pues la reclamación ya está dicha.

¿Para qué repetir la “lista de colegio” de los cambios que requiere nuestra despierta sociedad? En los cabildos abiertos están apareciendo seudo conductores que, como otros, juegan con la expectativa de la gente, pavimentando sus caminos para puestos futuros. No es necesaria tanta catarsis colectiva y repetitiva. Suficiente es con la presión social instalada. ¿Cuáles son las conclusiones de los cientos de cabildos? Las mismas “listas de colegio” ya señaladas. ¿Cuántos y quiénes participan de ellas? Los mismos que alguna vez tuvieron poderes y que luego los perdieron.

Mientras el pueblo se entretiene en reuniones donde nada es concluyente, el espectro político sigue restringiendo la opinión ciudadana expresada en las calles. Un sector que se niega a reformar la Constitución o las AFP o las PBS y que pone como freno a ella los principios en que ella se basa. ¿Aún no se dan cuenta que desde el salto del torniquete de aquel estudiante Chile es otro? Se legitima la votación popular y se desechan los resultados de las encuestas, aferrándose a un poder que ya perdieron.