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Columna de Opinión viernes 8 de noviembre de 2019

Un nuevo pacto social requiere educación laica y pública

opinion
08/11/2019 a las 12:00
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Carlos Ríos Cardoza, Delegado Jurisdiccional del Gran Maestro de la Gran Logia de Chile

La construcción de una sociedad progresiva, inclusiva y sustentable requiere de un ambiente libre de dogmas, de prejuicios y de exclusiones discriminatorias. Los avances que ha experimentado la humanidad, desde sus albores hasta nuestros días, hablan del mejoramiento continuo de condiciones de toda índole que han estado apuntadas a la generación de una calidad de vida que le dé sentido y dignidad a esta experiencia única e irrepetible que es el simple hecho de vivir. Así parecíamos creerlo hasta antes del inicio de esta Primavera de Octubre y que nos tiene remecidos como colectivo social y como individuos.

En septiembre de este año, el Gran Maestro de la Gran Logia de Chile Sebastián Jans Pérez en su intervención en el acto Fraternitas Republicana indicaba que “es el momento de establecer Buenos Propósitos, aquellos que surgen de la fraternal convivencia humana, a fin de que no nos alcance el pasado y se pueda revitalizar la construcción de un espíritu unitario para el avance lógico de nuestra esencia nacional”. Pero el pasado nos alcanzó y trajo un resquebrajamiento profundo de nuestro Pacto Social con el cual pretendíamos vivir bajo un marco de libertad e igualdad, dos principios que la masonería, desde sus inicios en 1862, viene aportando al devenir de la sociedad chilena.

Diversas razones explican lo laxo del entramado construido en función de estos dos valores y que comprometen tanto a la autoridad política como al orden social. Es condición sine qua non el rescate y revalorización ética y moral de ambos principios, básicos en su interpretación pero cruciales en sus efectos de fondo, a fin de que se pueda reconstruir, en base a la experiencia que ahora vivimos, un nuevo acuerdo entre el Estado que anhelamos y los derechos y deberes de los ciudadanos en una Patria digna.
Para cristalizar un contrato social fecundo, la Educación una vez más vuelve a aparecer como la piedra clave sobre la cual levantar nuevos derechos y deberes y también definir el propósito del Estado.

La Educación que reclama la masonería, tomando los principios básicos establecidos en su reciente Declaración de Pucón sobre Una Mirada Laica de la Educación Superior en Chile debe “formar desde valores universales como el librepensamiento, la tolerancia, el respeto a la diversidad y la libertad de conciencia, con el propósito de construir una sociedad democrática sustentada en la justicia y en los valores republicanos. A través de la Educación Superior, la nación debe cumplir su Misión mediante la práctica permanente del diálogo y del pensamiento reflexivo, debe preservar las diversas expresiones culturales y desarrollar las ciencias, las artes y formar profesionales y líderes que trabajen por el progreso social, por el fortalecimiento de las relaciones ciudadanas y por el bien común”. Sin embargo, esto es futuro y nos enfrentamos a un complejo escenario que requiere precisiones ahora.

Quienes están llamados a generar las condiciones para articular un nuevo pacto no pueden equivocarse y deben tener en consideración, además de su responsabilidad democrática actual, que las opciones de futuro siguen descansando en una educación laica, pública y sin fines de lucro.

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