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Columna de Opinión martes 12 de noviembre de 2019

El día después, ¿cuándo?

opinion
12/11/2019 a las 14:35
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Columna de Opinión Alfredo Fonseca, abogado.

No quería comenzar la columna de esta semana con un lugar común, pero se hace inevitable antes de dar pábulo a ciertas reflexiones humildes encaminadas a lograr tener una cierta visión de los hechos relacionados con la explosión social suscitada en nuestro país. Para no cansarse de decirlo por tres semanas consecutivas, la violencia es absolutamente criticable y condenable, sea que venga de vándalos, de la violencia estatal desplegada por algunos efectivos policiales y por personas que creen que pueden tomarse la justicia por su mano, esto último en relación a lo sucedido el domingo en la ciudad de Viña del Mar. Lo único que nos faltaba ahora es tener pistoleros por las calles.  A este respecto me pregunto como un ciudadano extranjero residente en Chile, al parecer profesor de una Universidad puede portar arma. Si quiere y le gustan de acuerdo a la Ley vigente en nuestro país puede tenerla en su casa debidamente inscrita. La auto tutela en nuestro país no existe (tomarse la justicia por la propia mano), no confundir como lo han hecho algunas personas de ignorancia supina con la defensa propia, que no es el caso. Pero no quiero detenerme en esto, porque sería ir en favor de la marea superficial de fijar solo la vista en la violencia para justificarlo todo y satanizar un movimiento de gente pacífica que busca expresar su descontento y exigir sus derechos ante una sociedad que era pintada de exitosa pero aparecer el óleo de la pintura era de tan mala calidad que se fue destiñendo espontáneamente con la expresión de los ciudadanos. Al parecer la clase política en general, salvo algunas excepciones casi clínicas, han ido tomando conciencia de la necesidad de construir un nuevo pacto social, que nos permita contribuir desde visiones diversas a tener un país más justo una paz más duradera (no esa de los cementerios a la que hice referencia en la columna de la semana pasada). Que implican hablar en serio de una nueva Constitución. Los mecanismos habrá que discutirlos sobre la mesa de forma transparente y alejada de dogmas y posiciones pétreas, extremistas y absolutas. Por favor, ojalá que algunos políticos no sigan prendiendo velitas a las añoranzas autoritarias que ya  no dan para más. La participación debe ser amplia y plural debido a la falta de credibilidad de la clase política actual. Pese a estar convencido como demócrata  que la política es una noble vocación de servicio, existen algunos exponentes de la actual clase política que le hacen un flaco favor a la democracia y con sus actitudes la han ido lastimosamente horadando.  Actuar inconsecuente y acomodaticio, egocentrismo exacerbado. Casi siempre preocupados del corto plazo y de la transacción  o negocio fácil. Pero sobretodo  algo realmente dañino en política, sentirse o creerse dueños de la verdad absoluta. La política es un juego dialéctico, en el cual no existen verdades absolutas (explicado hace siglos por los filósofos). Me gustaría ver a la clase política en una perspectiva distinta, alejados de la propiedad de la verdad absoluta, pero si dueños de las virtudes en el caso particular de ellos “la de servir”. Aristóteles (384-322 a. C.) y Baruch Spinoza (- La Ética, filósofo neerlandés-, 1632 -1677), nos expresaban que lo más “alto” que un individuo puede adueñarse es de la virtud misma. Los caminos de una solución, requieren mucha generosidad, desapego del poder, decencia y virtudes como la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Toda persona que tiene poder debería preguntarse antes de tomar decisiones que implican afectaciones otros: ¿Es bondadoso? ¿Es virtuoso? ¿Es necesario?

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