Debemos ser honestos, los plebiscitos y cambios de Constitución no son algo en lo que seamos expertos, lo que sí está claro es que nuestra Carta Magna actual fue escrita con deficiencia democrática y una estrecha visión social, por lo tanto, a través de los años ha soportado la crítica constante de su dudosa legitimidad.
En cuanto a reformas, éstas han sido parciales como las del 2005, los movimientos sociales siempre han reclamado un proceso constituyente pero se ha visto obstaculizado porque la Constitución de 1980, no contempla un método de sustitución ni los plebiscitos.
Sin embargo, tanto va el cántaro al agua que algún día esto sería posible, el país salió de su letargo, se cansó de caminar sin esperanza al matadero de un sistema económico tan despiadado, dijo basta a las inequidades en salud y educación, y entre sus demandas muy legítimas por cierto exigían una nueva Constitución Política para Chile. Previo a Cabildos Abiertos  a lo largo del país y cuando ya amanecía el 15 de noviembre de 2019, se firmó un acuerdo entre Gobierno y Partidos Políticos llamado “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”.
Hasta aquí la historia que culminará con la jornada democrática del 25 de octubre, el día en que la gente, esa que ves todos los días concurrirá a las urnas a expresar su voluntad, decidirá con su voto qué quiere para esta tierra que nos vio nacer, qué mecanismo quiere que lo represente, después de todo, de ganar el Apruebo, este importante instrumento será el marco legal que vele por los derechos de las futuras generaciones y también establecerá nuestros deberes con la patria, que consiste en engrandecerla sobre la base del equilibrio social y económico.
Podría escribir el resto de mi vida sobre la emoción que esto significa, de la importancia que tenemos hoy, en nuestras manos y pensamiento está lo que se viene, vientos de cambio, rayos de esperanza, la posibilidad de un Chile más justo, pero no en el manoseado discurso de siempre, sino que con la sólida convicción de que lo hicimos bien, de que estábamos en el buen camino, de que se puede vivir sin odios, de que somos tan importantes que pudimos dar vuelta un reglamento que dividía desde su origen.
Sólo me resta decir, que este domingo será muy diferente, porque creo firmemente que esto es lo mejor que le pasó a Chile, porque se puede sumar a los derechos sociales y civiles, y sobre todo, porque la ciudadanía merece más, su voto es importante, como nunca lo fue antes.