Venezuela no estuvo sometida siempre al yugo de austeridad y miseria propios del socialismo voraz y rampante de la actualidad, ese que se ha encargado, entre otras cosas, de despojar de su vida a los individuos, así como privar el significado de poder vivirla en libertad.
Previo a dicha circunstancia aciaga, la cual convirtió aquel país en apenas una sombra de sí, la sociedad venezolana estuvo asediada de manera permanente bajo aquella noción que propende plantear las reivindicaciones de grupos particulares con el objeto de obtener mayor participación en las cosas buenas de la vida.
El día de hoy, no ceda ante aquel precepto de buenas intenciones que le han prometido; no sea condescendiente con aquellos flautistas de Hamelín que buscan prometer el deleznable y fullero ideal de la justicia social, o mejor dicho, la justicia distributiva —en la visión aristotélica— como bien esclareció Friedrich Hayek al describirla, además, como un mal atávico.
Recuerde con suma responsabilidad que los juicios acerca de lo que es intrínsecamente bueno son independientes de los juicios sobre lo que es posible. La mentira dura hasta que la verdad florece; o, como rezaría un proverbio judío: con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver. No emprendamos ese camino sin esperanzas de volver, de servidumbre, resentimiento y saqueo. Vote con sentido común.
Es menester que usted evoque sobre la envergadura de la cita. No confíe en los deudores emocionales del socialismo. No existen dos posiciones en un mismo sector. Ellos son, por igual, un solo punto de vista con los demás que está dispuesto a la más obscena connivencia con el desmán, en la que comparten los mismos modelos mentales, tienen la misma jerga y creen que entre ellos pueden construir sobre la base de lo que se ha destruido. La eterna pugna entre votar por su desarrollo individual y familiar o el votar por el incremento del colectivismo y el aumento del poder político sobre su vida, libertad y propiedad. Usted elige, no diga después que no fue advertida su servidumbre.