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Columna de Opinión

¿Por qué Rechazo?

opinion
25/10/2020 a las 10:31
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Manuel José Correa, economista.

Chile y muchos otros países están atravesando un proceso para lograr un nuevo orden socialista mediante un poderoso y “eficiente” estado tecnocrático. Este nuevo orden ha sido etiquetado como «progresista», pero es simplemente la última versión del socialismo que hemos visto fracasar a lo largo de la historia, aunque con ribetes populistas clásicos.

Los planes de los comunistas apuntan a la abolición de la propiedad privada (Camila Vallejos: Mejor pobres pero iguales). A partir de ahí, siguen las otras grandes demandas, como la abolición de la familia (Feministas, Educación Sexual Integral), la Nación y los países (Terrorismo en La Araucanía), y finalmente, como señaló Marx, «el comunismo suprime las verdades eternas, suprime toda la religión y toda la moral», y así hemos visto cómo han destruido 80 iglesias católicas o vapuleado a los evangélicos chilenos tildándolos de repulsivos e intolerantes, por mencionar los más suaves.

En esta visión, el socialismo marxista, alias comunismo y comercializado como “progresismo” en Chile, buscará imponer en una nueva Constitución, lo siguiente:

- La representación del gobierno y de los trabajadores en la junta de cada corporación, donde los propietarios deben pagar un “fee” para seguir operando, generando clientelismo, pérdidas de productividad y patrimonial (Venezuela, Argentina, etc).
- Compartir los beneficios de las empresas de servicios públicos con el partido. Esto ya lo hemos visto innumerables veces: ENAP, EFE, CODELCO.
- Propiedad gubernamental de los medios de comunicación, como constatamos en todos los países que demarraron el asambleísmo constitucional (Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc).
- Propiedad del gobierno de los medios de transporte. Allende Los Andes, encontramos a los “K” y Aerolíneas Argentinas.
- Un sistema integral de pensiones de vejez reemplazando el sistema de capitalización individual que le da sustentabilidad, reemplazándolo por un sistema de reparto inviable en el largo plazo como en Argentina donde los “K” expropiaron los fondos privados, instalaron reparto y una bomba de tiempo, ya que las cotizaciones apenas cubren el 60% del gasto en pensiones.
- La propiedad gubernamental de toda la asistencia sanitaria, ahogando el sistema privado de salud, con la consiguiente pérdida de calidad en salud, alternativas y mayor sobrecarga en el sistema público. Si bien que nuestro sistema público de salud es mucho mejor que el de nuestros vecinos, debe mejorar. Y eso se logra con buenas políticas públicas.
- Protección laboral completa y arbitraje gubernamental de los conflictos laborales, dejando a las empresas nulo margen para ajustar costos, lo que impulsa la informalidad del mercado laboral (trabajadores sin contrato) e impide a las empresas progresar arraigando un desempleo crónico.

De la misma forma los “progre” promueven el aborto libre, ambientalismo anticapitalista, desintegración del concepto de familia formada por un Padre y Madre, control centralizado de la educación pública y privada, fin de la independencia del Banco Central, mayores impuestos sobre la renta y el patrimonio, abolición de derechos de herencia, entre otros.

Este domingo los ciudadanos tendrán la oportunidad de Aprobar o Rechazar el inicio de un camino muy incierto. Comprendo los sueños y el optimismo de la gente de buena voluntad que aprueba, aunque pecan de un exacerbado optimismo, ya que no son pocos los “progres” que usarán el proceso constituyente para imponer (no dialogar) ideas que nos devolverán a lo que históricamente fuimos: uno de los países más pobres y mediocres de América Latina. Al menos yo, no pisaré el palito y como cristiano votaré Rechazo.

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