Siempre uno quiere saber en qué está fallando. La idea es corregir para superarse, pero cuando se trata de los hijos de uno, el interés es mayor. El año escolar 2020 nos dejó muchas dudas. La calidad educacional debe haber empeorado por la irregularidad que hubo. Hace un tiempo, un estudio elaborado por la Universidad Católica y la Agencia de Calidad de la Educación reveló que casi dos tercios de los alumnos de octavo básico no tiene un adecuado dominio de las matemáticas y su rendimiento equivale al de un alumno de cuarto básico. Muy peligroso y preocupante, porque persisten graves problemas de aprendizaje. El estudio se realizó a 182 mil alumnos que rindieron el Simce, donde la evolución académica del 64% de los alumnos es especialmente desoladora en el ámbito de las Matemáticas. En el caso de Lenguaje se observa que el 39% de los estudiantes domina igual o menos contenidos que un alumno de tercero básico. El resultado del estudio proporciona un diagnóstico ilustrativo de lo que ocurre en el sistema educacional chileno, al quedar en evidencia que las principales debilidades se observan en los primeros años de formación, luego de lo cual resulta muy difícil recuperar los años perdidos. ¿Qué hacer al respecto? ¿Estamos fallando al interior del hogar o en las aulas? Especialistas coinciden en la necesidad de introducir importantes cambios curriculares y en las prácticas pedagógicas. Los resultados desmienten que todos los niños aprendan de la misma forma. Dichos antecedentes son valiosos para efectos de establecer un diagnóstico hacia dónde debería dirigirse cualquier reforma educacional, pero en cambio la propuesta del Gobierno es contraria. En Magallanes, los resultados educativos de los últimos años han sido nefastos. Y ahora, con el incremento de la pandemia en algunas zonas del país queda la incógnita, ¿qué vendrá para nuestra zona en 2021? De ser un año tan irregular como el pasado, ¿cómo será la enseñanza a la que se verán expuestos nuestros escolares?