La educación financiera en la actualidad es tan importante, que organismos internacionales han recomendado otorgar esta enseñanza en los colegios, incluso como parte del currículo.
La forma más simple de definir este concepto es el siguiente: entender cómo funciona el dinero. Una persona que conozca sobre educación financiera, puede tomar decisiones informadas sobre su economía y es menos propensa a caer en deudas o problemas económicos.
Lo primero que aconsejan los expertos en esta materia, es contar con un buen presupuesto de gastos mensuales. El cual debe detallar todos aquellos ítems en los que se realizan gastos (comida, educación, vivienda, transporte, salud, etc.) y el porcentaje que se debe o se quiere destinar a cada uno de ellos. Asimismo, es importante fijar un ítem emergencias que considere situaciones inesperadas que puedan requerir de una suma importante de dinero.
Otro aspecto muy importante que sugieren los especialistas, consiste en hacer pequeños ahorros cotidianos, los que a su vez permitirán generar una fuente importante de ahorro. En ocasiones se olvida contabilizar los “gastos hormigas”. Es decir, aquellas pequeñas sumas de dinero que no están contempladas en el presupuesto mensual y que se gasta día a día, las cuales se estiman como irrelevantes dada su magnitud, pero si se suman, se verá que mensualmente pueden implicar un monto significativo de dinero. La única manera de controlar este tipo de consumos, es llevando un registro detallado y acucioso sobre todo lo que se gasta.
Una temática muy relevante dentro de lo que es la educación financiera, consiste en evitar pensar a corto plazo. Se sabe que el cortoplacismo ha arruinado a personas e incluso a familias enteras. Existen personas que están dispuestas a pagar hasta un 300% más con tal de tener algo que quiere hoy, en lugar de tener que esperar hasta conseguirlo al contado.
Dentro de lo posible evitar contraer deudas. De no ser así, se debe tener la seguridad que se tendrá la capacidad de cubrir la totalidad de la cuota cada mes y obviamente la deuda completa.
Se debe vivir el fracaso financiero como aprendizaje. Hay que tener presente que muchas generaciones han carecido de este tipo de formación. Por ello es muy probable que al tomar decisiones de índole financiera se cometan errores, pero esa mala experiencia podría transformarse en muy útil, como una posibilidad de corrección y aprendizaje.
La educación financiera como cualquier otra habilidad se aprende en la casa.
Los expertos recomiendan empezar a inculcar los buenos hábitos financieros, desde el mismo momento en que el niño comprende que toda acción tiene una consecuencia. Hay que buscar maneras que sean divertidas y atrayentes para que los niños aprendan a ahorrar. Podría ser: comprándole una bonita alcancía. A la vez, hay que ayudarlos para que se pongan objetivos financieros y motivarlos para que sean perseverante. Por ejemplo: sugerirles que junten dinero para que puedan comprarse el juguete que tanto les gustaría tener. Lo más relevante es que desde pequeños hay infundirles la idea, que la prosperidad financiera no es un asunto de suerte, sino de buenas decisiones.