A mediados del año pasado comenzó haber un explosivo aumento de casos en Magallanes, muchos de ellos fueron atribuidos a los brotes iniciados al interior de las distintas pesqueras fiscalizadas. Esto tuvo a Punta Arenas en una cuarentena que duró más de cien días, siendo una de las más largas restricciones a nivel país.
Durante ese proceso, en el Centro Asistencial Docente e Investigación de la Universidad de Magallanes (CADI-UMAG), se estaba llevando a cabo una investigación a nivel del genoma del virus, el cual arrojó una serie de resultados entre los que destacaba -en ese entonces- una variante nunca antes vista, por lo que se comenzó ha hablar de una posible “variante magallánica”.
Dicha investigación fue enviada al Instituto de Salud Pública (ISP) en Santiago para su proceso, el cual finalmente fue descartado bajo la conclusión que dicha posible variante (magallánica) también había sido identificada en otras partes del país.
La investigación, de la que está a cargo el doctor Marcelo Navarrete, líder del laboratorio de Biología Molecular del CADI-UMAG, siguió adelante y tras varios meses de arduo trabajo se realizó la publicación de los resultados a través de un “paper” editado en la revista ‘Viruses’ en la cual se detalla cada uno de los pasos que se llevaron adelante.
Dentro de los datos de mayor relevancia e impacto es la detección de nueve mutaciones, de las cuales no existe registro alguno a nivel mundial.
Navarrete señaló que encontraron un haplotipo del virus Sars-CoV-2, con nueve mutaciones, incluida la doble mutación D614G / T307I de la proteína Spike o S. En lenguaje simple, una variante del virus que produce Covid-19 que tiene un set particular de mutaciones, entre ellas, una que potencia a la variante D614G, que llegó a Chile desde Europa y que fue una de las primeras variantes del virus que logró desplazar al virus original (Wuhan) y que predominó por meses en buena parte del mundo.
“A principios de la segunda ola, el año pasado, el aumento de casos coincidió con la aparición de una variante que no existe en ninguna otra parte, no se ha descrito el mismo conjunto de mutaciones en ningún otro lugar y que explicaría el alto número de casos tuvimos en agosto y septiembre. Pero esta variante se limitó a la región, no pasó a ser una variante de preocupación, sino solo de interés”, explicó Navarrete a La Tercera Online.
Si bien, Navarrete es reacio a hablar de “variantes” principalmente por lo sucedido durante la primera parte de la investigación que se llevaba a cabo en la región y que fue descartada de plano por el ISP es que prefieren hablar del “haplotipo” que finalmente es lo mismo pero en lenguaje científico más clásico, ahora, Navarrete no descarta que se pueda transformar finalmente en un nuevo linaje, “solo el tiempo lo dirá” explica en ese sentido.
Otro de los investigadores a cargo del estudio, es el infectólogo del Hospital Clínico de Magallanes, el doctor Rodrigo Muñoz indica que la ventaja que tiene la región es su calidad de isla, por lo que de una manera natural nos transformamos en un laboratorio.
“En la segunda ola que tuvimos, en el invierno pasado, vimos que la variante que teníamos no estaba en la plataforma Gisaid y no estaba en ninguna parte. Lo que está ocurriendo ahora, en esta tercera ola, no sabemos a qué se debe porque dejamos de hacer secuenciaciones”, explicó Muñoz quien tampoco descarta la opción que la variante brasileña detectada a principios de marzo pero recién informada a mediados de abril por el ISP y el Minsal pudieran tener algo que ver en el nuevo aumento de casos detectados actualmente.
Otro punto que favorece la posibilidad real de una “variante magallánica” es que las mismas mutaciones han sido detectadas en la localidad de Ushuaia, al extremo sur de Argentina y últimamente también fue detectada una secuenciación en Santiago, pero aún no se puede descartar que pueda atribuirse a algún paciente de la región que haya sido aeroevacuado al norte del país.