Durante las últimas décadas la tasa de fecundidad en Chile viene experimentando una caída sostenida, hasta llegar a su punto más bajo el 2012. Pero el 2020 lo superó y cerró en Magallanes como el año con la menor cantidad de nacimientos en casi tres décadas. Las cifras del INE no mienten y generan preocupación. Este fenómeno ocurre en la mayoría de los países que anhelan llegar a un desarrollo pleno. Pero esto conlleva una serie de desafíos para los que Chile se debe preparar y así abordarlos oportunamente. Uno de los principales es el acelerado envejecimiento de la población, que vemos con un sostenido aumento en la Región de Magallanes y Antártica Chilena. Algunas estimaciones proyectan que al 2040 los mayores de 65 años superarán a los menores de 15 en el país. Aquello puede tener efectos complejos, por ejemplo, en los sistemas de salud y previsional, debido a que estos deberán hacerse cargo de un creciente número de adultos mayores y con mayores expectativas de vida, además del impacto que esta realidad puede significar para la productividad del país, al producirse una disminución de la fuerza laboral. En nuestra zona este fenómeno ya está generando preocupación en las autoridades de salud y trabajo. Debieran aumentar la cesantía y el gasto operacional en los hospitales. ¿Qué hacer? Un factor de alta incidencia dice relación con el alto costo asociado a la educación de los hijos. Allí puede haber una contribución importante del Estado, eximiendo a lo menos de impuesto al gasto que realizan las familias, y también a través de becas, créditos o subsidios focalizados; asimismo, avanzar en facilitar a la mujer su desarrollo profesional y familiar también sería un poderoso incentivo. Todos estos aspectos son tocados por distintas políticas públicas, pero de manera inorgánica y sin la prioridad que merecen.