La ciudadanía observa pues así se le presenta, la próxima contienda electoral de Noviembre como una lucha por votos entre candidatos. Aún muchos sueñan con las apuestas y esas cosas coloquiales propias del “cielito lindo” que no volverá. Porque esta elección es la ultima de una era, la de la Constitución de 1980 que en realidad paso a ser la de 2005, aunque eso a nadie le importa, total, si casi nadie la ha leído y menos estudiado. Hoy vivimos “los colgajos” de esa Constitución ya que aunque se logre derrotar la aventura revolucionaria representada en la Convención, ha quedado en evidencia que Chile nunca volverá a ser el mismo, y que deberán introducirse normas que impidan se repitan las vergüenzas que hemos sufrido por mas de dos años. Jamás norma alguna se puso en el caso que el sistema institucional fuera destruido “desde adentro”, al mas puro estilo troyano, y eso es algo que no puede volver a ocurrir en nuestra Historia ya que nos ha puesto al borde de desaparecer como país.
A un mes de las elecciones, las encuestas se han decantado en dos candidaturas, sin desmerecer el peso que tendrán las otras en una muy posible segunda vuelta. La mayoría sólo verá dos candidatos, pero cada uno de ellos simboliza no solo dos visiones de país, sino del mundo y de la vida. Pero, además, y poco se ha dicho de ello, representan una verdadera lucha generacional detrás de las personas y las visiones. Porque a nadie con un mínimo de cultura le cabe duda que Gabriel Boric carece de las más elementales competencias para gobernar un país como hasta ahora se ha entendido, no tiene estudios, cultura, conocimientos, valores, ni siquiera habla “de corrido”, usa lentes de utilería y se para arriba de un cajón… entonces, ¿de dónde saca tanta adhesión en encuestas?: fácil, es el símbolo de grupos etáreos marginales, que nunca se integraron a una cosmovisión común de nuestra nación y precisamente por eso hoy están de acuerdo en hacernos desaparecer como tal. Están de acuerdo en el nuevo orden mundial, globalista, estatista mundial, y quieren o aceptan nuestro país se transforme en un mero territorio bajo administración -lo que hace rato ya es-, plurinacional y abierto a cuanto extranjero quiera venir a quedarse y exprimir nuestros patrimonios. Para ellos, toda la Historia chilena pero también la Historia humana y especialmente la de la cristiandad occidental es un gran error que debe corregirse desde sus albores, así como todas nuestras instituciones. En pocas palabras y aunque ellos mismos quizás no lo piensan, su lema es “Ni Dios ni ley”. Obviamente para ellos el delinquir es una simple manifestación de supuestos derechos “humanos”…
Esas generaciones, especialmente la “millenials”, representan las culpas acumuladas de todas las demás que olvidaron a distintos niveles, partiendo desde la comunicación padres hijos, hasta las obligaciones de quienes han sido mas favorecidos dentro de la nación. Sólo existía el dinero y los negocios. Ahora lo estamos pagando.
Pero esto se puede recuperar, estas generaciones perdidas capitaneadas por Boric con el gentil auspicio del partido comunista, suman a lo mas tres millones de votantes. Pero si las mayorías calladas no votan, esos tres pasan a ser la mayoría. Es posible romper la inercia y entender que lo único que necesitan los malos para ganarle a los buenos, es que los buenos hagan nada. Hay que hacer mucho, teniendo claro que el resultado no soluciona nada por si solo, será largo y áspero el camino de reconstrucción, pero entender que antes que la reconstrucción económica y retomar el camino hacia el desarrollo en vez de este torcido hacia la miseria, es menester la reconstrucción moral de la nación, asfixiada en desvalores y llena de problemas gravísimos. No todo es cuestión de platas.
Seguramente la izquierda unificada se concentrara en este mes y después en diciembre, contra José Antonio Kast echando mano a los fetiches políticos ya conocidos, y sobre todo, lo que pensadores han llamado “la envidia igualitaria”. Sí, porque en la raíz del igualitarismo está siempre la envidia, exacerbada hasta el odio. Y siempre reñida con la libertad. Lo peor que le puede ocurrir a una nación es caer en el comunismo.