Transcurre el año 1986 y un joven Jorge González entrega la radiografía de un Chile con escasas oportunidades para surgir, en donde independiente de los consejos y las buenas intenciones de muchos profesores, nuestros amigos no tenían más que seguir pateando piedras. De esa manifestación de ira y rabia han pasado 36 años en lo que se ha probado de todo. Hemos pasado desde el bachillerato, la Prueba de Aptitud Académica en el año 1967 que buscaba sólo seleccionar a los mejores para el ingreso a la universidad, la Prueba de Selección Universitaria el año 2002 la que de acuerdo al Informe Pearson tenía poca capacidad predictiva con puntajes poco comparables reflejando la inequidad del sector público y privado. Y en la actualidad el instrumento de selección es la Prueba de Transición Universitaria que es una mala copia de las herramientas utilizadas anteriormente y que apelando a la verdad no es nada más que una forma de hacer tiempo ante la preparación de un nuevo instrumento de selección.
La selección es necesaria ya que en su interior guarda la idea que sólo los mejores pueden acceder a los sistemas de educación superior, sin embargo, esta idea se sustenta en que todos los que rinden dicho instrumento de selección han tenido las mismas oportunidades de aprendizaje y que mejor aún al momento de responder cualquier pregunta en estos pseudo-test de conocimiento tienen las herramientas necesarias para hacerlo. Que alejados de la realidad!!!
Dentro de los 100 mejores establecimientos educacionales de todo el país, 95 de ellos son particulares, 3 particulares subvencionados y sólo 2.. si… lee bien… sólo 2 corresponden a establecimientos municipales. La brecha es tremenda entre el establecimiento de origen de los alumnos y cualquier instrumento de selección universitaria es errático y lo seguirá siendo, ya que el problema no es la prueba y nunca los sido.
En Chile los niveles de inversión por alumno son los más bajos de la OCDE. Se estima que la inversión por estudiante llegan a unos 5.000 dólares, cifra que integra tanto los fondos públicos como privados, mientras que la media de la OCDE es de 8.500 dólares por alumno. Esto se agrava con la pandemia. Un estudio de la Universidad Católica el año 2020 determina que el 61% de los alumnos de más altos recursos accedió a clases online a través de un computador propio, mientras que esa cifra disminuye a un 29% cuando se considera a los estudiantes de más bajos recursos. La tendencia es clara, y ha sido clara por más de 50 años en donde se muestra una segregación no sólo socioeconómica, sino que también residencial. Los datos no mienten, más del 50% de los mejores resultados se ubican en las comunas más acomodadas de Santiago, incluso el 62% de los puntajes nacionales son sólo de la Región Metropolitana y sólo el 2% son de regiones extremas. Es con esto que las becas, los honores, la gratificaciones y demases corresponden y son otorgados en gran medida a los hogares de mayores ingresos.
Con esto se entiende que las familias hacen todo lo posible para colocar a sus hijos en los mejores colegios como lo muestra el proceso de admisión escolar 2021 que indica que el 69% de los estudiantes que postularon tuvieron como primera opción un colegio particular subvencionado. En definitiva, podemos cambiar una y otra vez la prueba de selección para las universidades chilenas pero debemos tener la claridad que ahí no es donde radica el problema, sino que tan sólo dicho pseudo test muestra las brechas existentes entre los chilenos donde todos los años quedan jóvenes pateando piedras.