El exceso de velocidad es la principal causa de muertes producto de accidentes de tránsito en las carreteras de nuestro país, y en especial en la Región de Magallanes y Antártica Chilena, donde hasta existe una especie de competencia nocturna especialmente los fines de semana en concurridas avenidas y en céntricas calles, donde los conductores intentan lucirse con atrevidas piruetas y ruidos que tienen atormentados a los vecinos del sector. Lo ilógico de las tragedias es que se producen por una voluntad propia del afectado, es decir, o bebe alcohol de manera irresponsable y luego maneja, o al conducir lo hace como si estuviera compitiendo en una pista. Algo irracional, pero que se ha convertido en la principal razón de las muertes de conductores y acompañantes. Durante el día, pero por sobre todo durante las noches y las madrugadas, podemos ver en nuestras calles a cientos de inconscientes conductores que transgredan las leyes del tránsito y deambulan a velocidades increíbles. Pero lo más preocupante e inentendible es que provocan accidentes mortales, y muchas veces son inocentes los que fallecen por la estupidez cometida por otros. La tolerancia cero a esta imprudencia, a esta forma de vivir y conducir, debe ser aplicada desde ya. Sin contemplaciones ni análisis previos. Basta de permitir en nuestras calles a personas enfermas tras un volante. Y que ponen en riesgo la vida del resto. Por eso es necesario que especialmente los fines de semana se incrementen los controles vehiculares, solo de esa forma se podrán evitar pérdidas de vidas.