En una cultura democrática la legitimidad se entiende como la fidelidad a un mandato ciudadano que se sustenta en un conjunto de leyes y una institucionalidad determinada. Y por extensión se usa el adjetivo de legítimo a todo aquel acto que se deriva de ese mandato legal y democrático. En este sentido es posible afirmar las sólidas bases de legitimidad tanto de la propuesta de Nueva Constitución para Chile; como de la Convención Constitucional que redactó democráticamente el texto que será sometido al plebiscito del próximo 4 de septiembre de 2022. Dicha legitimidad se remonta a las masivas movilizaciones iniciadas el 18 de octubre de 2019, que entre sus demandas exigía una constitución democrática para Chile. Es así como el poder legislativo promulgó un conjunto de leyes que regularan el mecanismo legal para redactar una Nueva Constitución. De este modo contamos con una constitución plenamente democrática, con paridad entre mujeres y hombres y con 17 representantes de los pueblos originarios de Chile, los 154 convencionales elegidos por la ciudadanía se abocaron a la redacción de cada uno de sus 388 artículos en un espacio de debate participativo y de cara al país. Todos fuimos testigos del trabajo de la convención, de las extensas jornadas de discusión, análisis y de las distintas fases que ampliaron significativamente sus bases de legitimidad democrática. Todo Chile observó el momento de instalación y elaboración del reglamento de funcionamiento interno; luego, seguimos atentamente el trabajo de cada una de las siete comisiones, sus múltiples audiencias públicas e instancias de participación popular y ciudadana. Del mismo modo, tuvimos la posibilidad de informarnos en vivo y en directo de la votación de cada una de las normas y sus once capítulos.
Complementariamente, a todo lo anteriormente señalado, es necesario recordar que el texto constitucional que se someterá al escrutinio del pueblo y de los pueblos de Chile, fue votado y aprobado democráticamente en cada uno de los artículos y sus once capítulos, en 110 sesiones plenarias. Del mismo modo, todo el contenido de esta propuesta constitucional fue aprobado en el marco de altos estándares democráticos, es decir, superando los altísimos quórum acordados previamente y con amplias mayorías de más de las tres cuartas parte de los convencionales (115 de los 154). A partir de estos altísimos estándares democráticos, de transparencia y de participación, podemos afirmar con absoluta certeza la legitimidad del proceso constituyente que confiere validez ética al Plebiscito de salida al que concurriremos millones de chilenas y chilenos a Aprobar una Nueva Constitución para Chile. Y así, basándonos en la noción de legitimidad como “mandato ciudadano” se terminará con la constitución escrita en Dictadura por 7 abogados a solicitud de la Junta Militar. Y podremos por fin decir, después de 40 años, tal como dirá el preámbulo de la nueva constitución de la República de Chile: “Nosotras y nosotros, el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones, nos otorgamos libremente esta Constitución, acordada en un proceso participativo, paritario y democrático”. Y justamente, este preámbulo es el preludio de una nueva forma de democracia de un país que habíamos soñado y que no hemos tenido jamás.