Chile hoy enfrenta graves problemas. Y desde hace rato se venían anunciando. Tenemos que salir adelante, pero para ello necesitamos la colaboración de todos. Desde afuera, incluso nuestros vecinos, nos miran con preocupación porque ven que estamos con un fuerte deterioro del crecimiento económico y una crisis institucional. Estamos en un país friccionado, a menos de un mes de un plebiscito constitucional, con una alta inflación y con una incertidumbre acerca del futuro económico del país. Nos acostumbramos a crecer y con cifras muy azules. Quizás nos creímos de verdad el cuento de ser un ejemplo como país en Latinoamérica. Hoy nos genera alarma saber qué Chile le vamos a entregar a nuestros hijos y a las nuevas generaciones. Si el país se está cayendo, como dicen algunos, es responsabilidad de todos levantarlo y no sólo buscar culpables. Chile es de todos y no sólo de los que gobiernan, lamentablemente en la última década se ha llenado de odios y egoísmos que no conducen a nada. El país vive una situación compleja -“la crisis está”-, y hay que hacerse cargo. Hay que reconocer los errores cometidos en la conducción y sentarse a enmendarlos, por ejemplo en políticas económicas mal aplicadas y que sólo son compromisos de campaña. Hay algunas medidas que han terminado volviéndose un boomerang en contra de la gente. El encarecimiento de los alimentos es algo que nos afecta transversalmente y que mes a mes nos percatamos al ver que ya no nos alcanza y que nuestro presupuesto se ha visto reducido drásticamente.