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Columna de opinión

Animales altamente migratorios: importancia de proteger sus rutas

opinion
07/10/2022 a las 18:39
Periodista Web 3
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Dr. Jorge Acevedo Ramírez, Investigador Fundación CEQUA

La migración es un movimiento estacional y cíclico que realizan varias especies de animales e implica movimientos masivos a distancias variables desde un sitio a otro. Estos viajes están relacionados con los cambios habituales del clima, con la disponibilidad del alimento o para asegurar su reproducción. Además, y de gran importancia es que las migraciones, permiten mantener el equilibrio ecológico de todos los ecosistemas que participan en este evento, tanto los ecosistemas de partida y de llegada como aquellos intermedios por los que pasan estos individuos migrantes. Muchas especies realizan estos movimientos masivos, desde pequeños insectos, peces, aves y hasta grandes mamíferos como las ballenas. Los animales migratorios más famosos son, por ejemplo, la mariposa Monarca que viaja cada año más de 3.000 kilómetros desde el sur de Canadá, donde eclosionan de sus pupas, hasta México entre los meses de agosto a octubre, donde hibernan hasta la primavera, cuando emprende el trayecto de vuelta hasta Canadá, completando su ciclo migratorio después de cuatro generaciones. Sin embargo, otro pequeño insecto, la libélula, recorre unos 10.000 kilómetros desde el sur de India hasta el sureste de África, demorando también cuatro generaciones. Una de las migraciones más conocidas actualmente, es la de los grandes cetáceos, cuyas especies pueden surcar algo más de 8.000-10.000 km desde sus zonas de reproducción en bajas latitudes en busca de aguas ricas en nutrientes en el océano Antártico, para luego recorrer la misma distancia en sentido contrario hasta alcanzar las tibias aguas para el nacimiento de los ballenatos. Pero las ballenas tampoco son los animales más viajeros, puesto que dos aves marinas son las que rompen el récord, la pardela negra que puede llegar a viajar hasta 40.000 kilómetros prácticamente sin descanso, recorriendo todo el océano Pacífico, y la campeona de todos los migradores, el gaviotín o charrán ártico, que con apenas 125 gramos de peso cubren distancias de 80.000 kilómetros desde el Polo Norte al Polo Sur y de regreso, una auténtica vuelta al mundo. Es más, se estima que esta ave tiene una longevidad cercana a los 30 años, por lo que a lo largo de su vida habrá viajado unos 2,4 millones de kilómetros, que es equivalente a seis veces la distancia entre la Tierra y la Luna. Otras especies migratorias incluyen los salmones, el tiburón ballena y tiburones martillos, murciélagos insectívoros y nectarívoros, las tortugas marinas, los pequeños colibríes, aves playeras y marinas, entre muchas otras. En efecto, en nuestra región, y específicamente en el Estrecho de Magallanes, también tenemos algunos de los grandes viajeros como son la ballena jorobada y la ballena sei, y por cierto de algunas aves playeras que migran desde el hemisferio norte hasta bahía Lomas para alimentarse y descansar. Este fenómeno milenario que aún sigue sucediendo cada año en el planeta es, sin duda, una de las mayores maravillas del mundo natural, pero que a su vez tiene aspectos que aún siguen siendo materia de estudio para nosotros, como, por ejemplo, cómo se orientan para no extraviarse en su ruta migratoria. Algunos investigadores han planteado que algunos animales nacen con mapas de rutas grabados en sus genes o son capaces de calcular las distancias según la altura u orientación del sol, y otras son aprendidas de generación en generación, pero cualquiera sea el caso, todos encuentran su camino. No obstante, para que esto ocurra, todos los animales requieren de condiciones favorables en sus rutas migratorias para cubrir estas grandes distancias. Por ejemplo, algunas aves y libélulas suelen ayudarse de los vientos alisios y otras corrientes de aire; algunos invertebrados, peces, anfibios y también reptiles, aprovechan las corrientes de agua; otros sitios de parada momentánea para recuperar fuerzas y continuar con el viaje. Sin embargo, las actividades humanas guiadas por el individualismo y la ambición, están poniendo en peligro estas vías migratorias con la modificación de hábitats, costas, deforestación de bosques y selvas, y el cambio climático que está incidiendo en la estacionalidad, en las corrientes marinas y atmosféricas, afectando a su vez la sincronización de la fenología de los movimientos con la producción de los recursos por los cuales viajaron esas grandes distancias. Es nuestra responsabilidad, como Centro Regional Cequa, estudiar estos movimientos migratorios para colaborar en la búsqueda de soluciones a fin de mitigar los problemas que se derivan de la interacción de estos animales con las actividades humanas, así como la comprensión. colaboración de todos para seguir conservando uno de los ritmos naturales más maravillosos de nuestro planeta como son las grandes migraciones animales.

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