En conmemoración del 40 aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina, la Delegación Presidencial Provincial de la Antártica Chilena organizó una actividad interinstitucional, en la que personas mayores de Puerto Williams recorrieron zonas emblemáticas y participaron en un diálogo en torno a este histórico hecho.
En primer lugar, nueve integrantes del Club del Adulto Mayor “Rosa Yagán”, junto a otras personas invitadas, recibieron una visita guiada por parte de personal del Distrito Naval Beagle en el Museo de Sitio Batería Róbalo, lugar que cuenta con variados vestigios del conflicto del Beagle. Posteriormente, tras alocuciones de autoridades navales y eclesiásticas, se dirigieron hasta las dependencias del Museo Territorial Yagán Usi mediante transporte proveído por la Municipalidad de Cabo de Hornos, para ser parte de un espacio de diálogo y memoria.
Dramática espera
Las personas mayores que participaron en esta actividad coincidieron en lo positivo que resultó esta instancia de conversación para recordar estos hechos. “Yo era jovencita y vivíamos vestidos completos con una mochilita, donde nos dijeron que teníamos que llevar confort, ropita interior, la leche y algunas otras cositas nomás. Estábamos listos para arrancar en cualquier momento que nos avisaran por la sirena”, dice Rosita Hernández, quien vivió entre 1966 y 1984 en Puerto Williams.
La vecina que dejó la isla por un tiempo debido a los estudios de sus hijos, rememora que previo a iniciarse el Conflicto del Beagle, en 1978, comúnmente había intercambios escolares entre la capital provincial y Ushuaia, los cuales duraban aproximadamente tres días. “Justo iba a empezar el conflicto y nos tuvieron a los niños más o menos como una semana en Ushuaia y no los enviaban. Nosotros estábamos totalmente preocupados, porque no había teléfono en esos años, así que estábamos asustados por nuestros hijitos. Finalmente, los niños vinieron contentos porque los atendieron súper bien. Fue solamente un susto nomás”, recuerda.
“Sobrevivir o morir”
“Lo que más me sorprendió de ver fue estar rodeados de tanto militar y vivir el momento pensando qué es lo que iba a suceder, si íbamos a sobrevivir o morir. Ése era nuestro pensamiento”, dice Flor Cañuñan, quien hace 50 años vive en la ciudad de Isla Navarino.
Mientras se acrecentaba el conflicto, la vecina señala que, como el resto de la comunidad, debía tener su casa protegida. “Tenía que estar con las luces apagadas, dormir vestida, porque tenía que estar preparada si se armaba la guerra para escapar. Pero muy lejos no íbamos a llegar, porque yo, por ejemplo, tenía dos hijos, una guagua de dos meses y un niño de 2 años. Estábamos con el coche y el bolsito listo para poder subir al cerro e irnos donde estaban las cabañas para protegernos, pero igual con el pensamiento que hasta allá no íbamos a llegar. Estaba dispuesta a dar la vida nomás”, dice.
Mujeres armadas
La principal disputa territorial en el mencionado conflicto, fue la afectación de la soberanía de las islas chilenas ubicadas al sur del canal Beagle: Lennox, Nueva y Picton. Precisamente, en Puerto Toro, frente a la última zona insular nombrada, María Anguita vivió durante el último período de este proceso que encaminó a la paz. “Era como estar preparándose o esperando alguna cosa, porque se pueden tener muchas buenas intenciones, pero a veces cambian las ideas y, de un rato para otro, puede cambiar todo. Igual seguían los ejercicios, lo de apagar las luces, los desembarcos y toda la cosa”, sostiene.
“Nosotros éramos prácticamente integrantes de la Infantería de Marina. Nos tomaron a los pobladores, a los residentes, como unas personas más de ellos. Nos enseñaron a las mujeres a disparar y manejar armas, porque nos decían que en un conflicto no hay ninguna distinción entre mujeres y hombres, igual teníamos que estar en el frente”, añade.