Al más puro estilo del actor Antonio Banderas en la película “Mariachi”, un profesor de música fue sorprendido intentando ingresar pastillas, drogas y teléfonos celulares a la cárcel de Punta Arenas. Y aunque no simulaba un arma, como en el caso de la película, era su guitarra la que servía para ocultar dicha mercancía.
De acuerdo a lo señalado por el alcaide del Complejo Penitenciario, Vicente Monje, el procedimiento se gestó poco después de las 14 horas de ayer “tras un trabajo investigativo que permanentemente realizó nuestro personal, logrando incautar la cantidad de 100 pastillas sicotrópicas, dos teléfonos celulares, además de 72 gramos de cannabis sativa entre otras especies”.
Agregó que el hecho quedó al descubierto cuando una persona que se desempeña realizando clases intentó ingresar los elemento prohibidos. “Este es un hecho que se le encontró a un agente externo que viene a impartir clases de música al interior del penal, hecho ilícito que fue denunciado e informado al Ministerio Público”:
Monje agregó que el imputado fue entregado a personal de la sección del OS-7 de Carabineros.
Cabe recordar que días atrás en un allanamiento que realizó personal de Gendarmería al interior de la cárcel, a internos se les encontró al menos nueve aparatos celulares, entre otras especies, por lo que la autoridad carcelaria no descartó que de esta manera estén intentando ingresar elemento prohibidos. “Eventualmente siempre esto puede ser una posibilidad y para eso trabajamos de manera permanente con los equipos establecidos en esa materia y lograr dar cuenta y detectar estos elementos que venían al interior de una guitarra, preparado con un doble fondo y oculto”.
El jefe de la unidad penal lamentó que personas que tienen el objetivo de ayudar en la reinserción a los internos cometan este tipo de actos. “Entendemos que debe primar la ética profesional en las personas que asisten al complejo. Ante esto nosotros también tenemos nuestros protocolos y nadie está al margen de la ley, la cual nos faculta para los controles preventivos a todos los que ingresan al establecimiento, por lo tanto si alguien se equivoca la institución es categórica en dar cuenta y adoptar los procedimientos correspondientes”.
De acuerdo a los antecedentes, diez mil pesos se habría pagado por cada especie ingresada por el profesor con destino final a los internos.