Cada cierto tiempo los puntarenenses se sorprenden con la presencia en la ciudad de connotadas celebridades mundiales. Así ha ocurrido últimamente con los actores estadounidenses Tom Hanks y Richard Gere, con el ex futbolista inglés David Beckham y con la banda rockera Metallica, quienes llegaron a la capital regional de paso hacia el continente blanco.
Viajar a la Antártica es un lujo que muy pocos pueden darse, por lo lejano, restringido y oneroso que resulta acceder a esa zona del planeta. Pero la industria turística ha fijado sus ojos en ese territorio porque sabe que cada vez son más las personas que lo eligen por su belleza incomparable y por ser uno de los pocos lugares que aún se pueden “vender” como ciento por ciento naturales.
Quienes han tenido el privilegio de acceder al continente antártico han quedado sobrecogidos por la belleza imponente de sus paisajes, vírgenes en su gran mayoría, lo singular de su fauna, la limpidez del cielo y la pureza de su aire.
“Es un paraíso helado”, afirmó uno de los pocos turistas chilenos que, junto a su esposa, ha llegado hasta allí y regresó maravillado “y con muchas ganas de volver”.
Ellos forman parte de los casi 36 mil turistas que sólo el año pasado llegaron hasta la Base Frei,en la isla Rey Jorge, donde se encuentra el aeródromo Teniente Marsh, operativo casi todo el año, excepto cuando las condiciones climáticas imperantes en el área, obligan a suspender las operaciones por razones de seguridad.
Ellos retornaron en el mismo avión que los transportó desde Punta Arenas, pero el cansancio no aminoró su entusiasmo ni su fascinación al comentar los detalles del viaje.
Sin embargo, hubo otros viajeros, norteamericanos, europeos y asiáticos, que hicieron uso de una singular oferta de empresarios turísticos magallánicos: salir desde Punta Arenas por vía aérea; efectuar el recorrido por la Base Frei y sus inmediaciones y, posteriormente, embarcarse en el crucero “Ocean Nova”, con capacidad para unos 70 pasajeros, que tiene como armador a la empresa regional Antarctica XXI, al que por primera vez este verano se sumará el buque turístico Sea Explorer y que navegará por las rutas del hielo antártico durante cuatro meses, lapso que dura, aproximadamente, la temporada turística en esas latitudes.
No se piense que se ha dejado de lado la protección del medio ambiente en un continente prístino, impoluto y tan hermoso, porque hay sólo 37 lugares abiertos a los turistas y con severas indicaciones para que los visitantes no causen ni el más mínimo daño.
Es así como los turistas no pueden desembarcar en grupos superiores a las cien personas; deben respetar, en forma estricta, los senderos establecidos; permanecer sólo por un tiempo bien determinado en los lugares autorizados y se prohíbe el desembarco nocturno para no alterar la tranquilidad de las colonias de aves que llegan a anidar a esos parajes antárticos.
La responsabilidad está asumida por todos, pero la obligación mayor, se afirma con sonrisas, recae en la bióloga marina Verónica Vallejos, del Instituto Antártico Chileno (Inach) y observadora para el Comité de Medio Ambiente ante el Tratado Antártico.
Pioneros
Los vuelos al continente blanco partieron a mediados de los años ochenta, cuando la empresa regional Aerovías Dap logró llegar con un Twinn Otter, de fabricación canadiense, hasta la isla Rey Jorge.
El propietario de la aerolínea regional, Andrés Pivcevic, declaró que esta temporada tienen previsto unos setenta vuelos, con el traslado de casi 4 mil pasajeros, muchos de los cuales se embarcarán en alguno de los 47 cruceros turísticos que operan en esa zona antártica, reconocidos por International Association of Antarctica Tour Operators (Asociación Internacional de Operadores Turísticos en la Antártica).
Y con satisfacción explicó que el servicio de su empresa es seguro; que se tiene en cuenta un 10 por ciento de aumento de la demanda para este año, aumento significativo, porque la temporada pasada, de acuerdo con cifras oficiales, hasta la Antarctica chilena llegó un total de 36 mil 702 turistas.
Por su parte, Jaime Vásquez, presidente de Antártica XXI, destacó que cumplen su décima tercera temporada como empresa dedicada al turismo antártico.
Sus servicios tienen tarifas que fluctúan entre los 4 mil 500 y los 14 mil dólares, dependiendo de lo que el interesado determine contratar para este viaje, calificado como inolvidable por todos.
El Paso Drake
El sistema que combina la vía aérea y la navegación en los cruceros en las aguas antárticas es favorable para los turistas, más si se tiene en consideración que muchos de ellos ya tienen una edad avanzada.
Esta forma de viajar resulta para ellos de un mayor grado de comodidad, ya que evitan el cruce del siempre agitado Mar de Drake, en cuyo oleaje está la fuerza de dos océanos y eso genera, en los buques, balanceos, choques contra olas enormes y molestos mareos entre los pasajeros.
Sin embargo, y sea como sea, los visitantes de la Antártica quedan fascinados por el paisaje, tan impresionante por su belleza virginal, por su fauna marina tan especial, por sus aves de características tan singulares y por la calidad, seguridad, puntualidad y amabilidad de los servicios que las empresas magallánicas y su personal les brindan desde el primer momento de su arribo a Punta Arenas y hasta su regreso a sus respectivos países.
Así se ha ido conquistando lo que se ha denominado “la última frontera de la Humanidad”, sobre cuyo inmenso territorio blanco y helado parecen flotar las almas de Scott, Amundsen, Shackleton y tantos otros, algunos chilenos entre ellos, que partieron en búsqueda de una aventura que los llevara a la gloria, pero quedaron sepultados por el viento blanco, en medio del frío, del hielo y bajo estrellas tan frías y tan lejanas como los sueños que no pudieron cumplir.
(Artículo del suplemento Análisis de Diario El Pingüino)