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Reciente estudio de casen

Magallánicos analizan por qué “son más felices” que el resto de los chilenos

cronica
28/02/2016 a las 18:15
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Señalan que Punta Arenas es una ciudad segura, donde no hay barrotes en las ventanas. Aquí no hay “tacos en el tránsito” y se respira aire “puro, puro”. Sin embargo, estamos lejos de la capital y el clima aproblema un poco, especialmente a los recién llegados a la región.

Hace unos días se conoció el resultado de una singular encuesta, la más conocida por su sigla de Casen, y ese resultado fue mucho más singular que la misma muestra.

En el resumen se afirmó que los magallánicos eran los más felices habitantes del país; que se nos reconocía por nuestra amabilidad; porque no sufríamos de estrés, ni de tacos; que el almuerzo duraba dos horas, y hasta con siesta, y que amaban a su región.

Un retrato ciudadano, con resabios sociológicos, sicológicos y con visos de verdad y desconfianza, como toda encuesta que no explica claramente su metodología ni su margen de error.

Para Magallanes y Antártica Chilena, en todo caso, esos resultados no eran malos, muy por el contrario porque se acercan mucho a lo que muchos residentes en la zona, desde su nacimiento o desde que llegaron a ella, sienten, perciben y defienden con ardor.

LA VOZ DE LA CALLE

“Llegué hace 35 años y desde el kiosko que tengo en calle Errázuriz con España he podido conocer a muchas personas”, afirmó Fresia Escalona.

“La gente es amable, cariñosa y se le ve feliz. Claro que antes era más, pero las nuevas generaciones son un poco diferentes, cambiaron un poco ese retrato de Punta Arenas que nos hiciera tan especiales. Los tiempos cambian, pero aún así, seguimos siendo más felices, más amables, menos estresados que en otros lugares de Chile y mantenemos el cariño por esta tierra austral, donde, a veces, el clima nos hace pasar algún mal rato”, agregó.

TRES CON PALA EN MANO

Estaban afanados en su tarea de reparar uno de los hoyos históricos de la calle Waldo Seguel con Chiloé y, como la excavación recogió el agua de la lluvia, el trabajo se hacía más difícil. Cada uno con su pala en mano.

Miguel Soto Yáñez, Sergio Barría Raín y Luis Pérez Reyes, escucharon con atención y respeto los detalles los resultados  de la encuesta Casen, coincidieron estar de acuerdo.

“Les faltó decir que somos trabajadores más esforzados, porque en el norte, el clima es mejor que el de acá. No hay viento, llueve, pero no hay escarcha ni nieve. Y aquí somos tranquilos, amables, claro que no podemos tomarnos dos horas para almorzar, pero que queremos esta tierra, claro que sí. Pero sería bueno mejorar los sueldos para que seamos más felices” y sonrieron para la foto, tomada en su lugar de trabajo.

DUEÑA DE CASA

“Esta es una ciudad grande, pero amigable”, dijo Paula Díaz Cabrera, dueña de casa.

Coincidió con el resultado de la encuesta Casen y se mostró contenta de que no se sufra con los “tacos” de vehículos en calles y avenidas. Aplaudió que hubiera tranquilidad y mayor seguridad que en otras ciudades de Chile (“Para qué decir Santiago”) y que las casas no tuvieran ventanas con barrotes y la seguridad es apenas vulnerada y sólo a veces.

PEQUEÑA EMPRESARIA

“Los resultados de la encuesta me parecen bien. Punta Arenas es una ciudad dónde es grato vivir y si hay problemas personales, hay que hacerlos a un lado para no confundir las cosas”, afirmó Paula Serrano, pequeña empresaria del rubro vestuario.

“Aquí está todo cerca. Podemos almorzar en familia cada día. En Santiago me demoraba dos horas en ir al trabajo y otras dos horas en volver. Prácticamente no veía a mis hijos ni teníamos vida familiar, al revés de lo que hemos podido hacer en Punta Arenas”, agregó y reconoció que la gente es amable, solidaria, respetuosa (“con las debidas excepciones”) y si hay estrés, uno parte hacia el sur, por ejemplo, mira el mar, camina por una playa y se relaja para superar mejor todo tipo de situaciones”, dijo finalmente mientras daba los últimos toques a un hermoso polerón surgido de la creatividad suya y de quienes trabajan con ella en calle Chiloé.

“VENGO DE VUELTA DE SANTIAGO”.-

Felipe S. U, 20 años está feliz, pero está triste.

“Estoy feliz porque volví a esta tierra que quiero tanto y donde nací. Triste, porque no puedo seguir viviendo en Santiago. Y la encuesta tiene razón: allá no hay o es muy poca la gente amable, al revés de aquí. Yo vivo con mi familia, al desayuno, al almuerzo, a la once – cena. No Hay tacos ni bocinazos, ni sirenas, ni pitos de las alarmas y puedo andar tranquilo a la hora que sea, porque siempre hay algún conocido tuyo o de tus viejos, de tus tíos o del barrio. ¿Y por qué estoy triste? Porque me creía grande y partí a estudiar y me fue más o menos, no más y vengo a continuar estudios en INACAP, aunque no sea gratis, pero el ambiente me tenía chato, asustado y dos veces arranqué corriendo por las cercanías de la Plaza Italia porque había “bronca” aunque estábamos celebrando el triunfo en un partido de la selección”

DESDE CONCEPCIÓN

“Punta Arenas es distinta y se aprecia al poco tiempo. Es una ciudad tranquila, limpia, ordenada. Todo está cerca y hay buena locomoción, aunque  algunos choferes parecen estar enojados con el jabón, el agua y la peineta, pero son pocos. La gente es cierto que es amable. Te ayudan hasta a cambiar un neumático en la calle o en la ruta. En Concepción, te asaltan o te roban hasta el gato. Allá también se están colocando rejas o barrotes en las ventanas. Pero aquí no. Se come bien, se pasa bien, se vive en familia y esta zona, donde llevo más de un año, es muy hermosa. La encuesta dice casi toda la verdad, porque yo estoy amarrado con la hora del rancho, pero los domingos o los festivos, sin guardia, claro, nos demoramos más de dos horas en almorzar”, dijo sonriente el suboficial naval F.O. C., de 39 años, casado, dos hijos.

VECINA DEL BARRIO ROJO

J.B.V., 62 años, dijo que la encuesta Casen dice la verdad en parte no más: “Claro, somos amables y confiados, pero algunos abusan, especialmente los ‘curaditos’ de la calle. Yo cocino lo más saludable que el bolsillo de una pensionada lo permite y, claro, a veces, conversando y conversando con la familia, demoramos más de dos horas en almorzar y empezamos a cenar a las ocho y terminamos a las once y media, los días viernes y sábado. Pero aquí todavía se vive en familia. Los bocinazos son escasos. Las sirenas de los bomberos asustan y las de las ambulancias también, pero es diferente a lo que pasa en Santiago, La Serena o Valparaíso, donde tengo familiares que están estresados y cuando han venido nos encuentran fomes. Pero no todo es paz, porque soy vecina del Barrio Rojo, aquí a la vueltecita y hay fines de semana que no podemos dormir con las risas, los gritos, los botellazos y otras cosas que es mejor no contar, no ve que pueden hacerme algo si me llegan a ubicar. Pero yo amo mi tierra y no me iré nunca porque tengo comprada mi tumba en el Parque Punta Arenas”

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