Andrés Barrientos Cárdenas - Director Ejecutivo Fundación Ciudadano Austral

“A los seguidores de Jaime Guzmán que han abandonado el esfuerzo de leer su obra”. Con estas palabras se inicia la lectura del reciente libro titulado “La Constitución Liberal de Guzmán. Chile 1973-1980”, escrito por el docente oriundo de Chiloé, Javier Silva Salas, quien indaga en un lenguaje directo e incisivo las líneas del pensamiento del político a quien se le atribuye la arquitectura de la Constitución Política de 1980 en Chile.

En palabras del coautor del libro “El pensamiento Conservador en Chile”, Carlos Ruiz Schneider “se trata de un trabajo muy acucioso y bien escrito, con información nueva sobre Jaime Guzmán (…) con un sólido basamento en la literatura secundaria más relevante y reciente sobre la obra del autor” lo cual se condice con la forma que Silva Salas se refiere al pensamiento de Guzmán, abstrayéndolo de las trincheras políticas circunstanciales, poniendo en este caso a dialogar los argumentos de Guzmán  provenientes de escritos en revistas y órganos de prensa con autores e intelectuales del mundo liberal como Locke, von Mises, von Hayek, Schumpeter, entre otros, logrando sincronizar con bastante acierto la concepción del individuo, democracia y estado con íconos del mundo liberal.

El autor devela los conceptos y nociones liberales sobre individuo, democracia y estado de Guzmán, destacando la sutil crítica conceptual que hace el docente hacia Renato Cristi argumentando que la visión de democracia como un medio y no como un fin corresponde a la definición de democracia en su dimensión liberal y hayekiana, entendida esta como democracia limitada y no liberal autoritaria como Cristi señala, relacionando ciertos conceptos con la definición de demarquía (1967, Hayek) de Hayek.

Sobre la obra de Guzmán ha sido complejo en nuestro país abstraer su pensamiento y analizarlo en perspectiva con una mirada de largo plazo. A medida que se indaga en sus escritos se logra entender  claramente que para él la persona humana está dotada de dignidad, por ende es un fin en sí mismo que tiene primacía por sobre lo que llamamos sociedad, porque este último es una relación accidental y no sustancial como la persona, y por lo tanto el estado está al servicio de la persona humana y no al revés. Siendo la concepción anterior fundamental y clave para cambiar y re orientar la acción política en Chile dado que en la actualidad los avances del entendimiento de lo estatal por sobre la persona humana no ha hecho más que hacer retroceder los avances sustantivos de los últimos 40 años.

Volver a las bases en una discusión de principios es el camino para develar lo dañino que significa concebir lo colectivo por sobre lo individual -donde nos recuerda Guzmán- que el principio de subsidiariedad del estado es lo que debiese actuar en forma supletoria y focalizada cuando existe incapacidad de las asociaciones civiles o privadas para realizar las actividades que requiere el desarrollo de la persona humana y la familia.
Sin duda, un trabajo que dará que hablar este 2017, que muestra la vigencia del pensamiento de uno de los políticos más relevantes del siglo XX en Chile.