Rosa cuando llegó de trabajar haciendo el aseo en el centro de Punta Arenas, el jueves pasado, se tomó la cara con las manos y se puso a llorar sin consuelo.
Su hijo le explicó que su nieta, C.H., de 24 años, había arrasado con todo lo que pilló por delante de su antigua casa en Grumete Bravo #138.
Sin embargo, lo que más impactada y triste dejó a la señora de 75 años fue que su propia nieta le había saqueado dos colchones, frazadas, sábanas, cobertores, un equipo de música y... la propia puerta de la habitación donde dormía ella junto a su otro nieto David, de 18 años, quien sufre problemas cerebrales y psicomotores.
“Me sacó hasta la puerta. Si los Carabineros vinieron y vieron el revoltijo que dejó en la pieza y quedaron impactados. Estaba toda revuelta, sacó la puerta con bisagra, con todo”, recuerda apenada Rosa.
¿El motivo?: Una pelea que habrían tenido hace más de seis meses Rosa y su nieta debido al mal comportamiento de esta última en el hogar.
“Los
colchones eran de ella, pero las otras cosas no. Por ejemplo, la puerta
no es de ella si esta puerta tiene más de 30 años, en esa posición.
Ahora, a raíz de eso, David duerme en el piso, ¿cómo lo voy a hacer
dormir en las tablas? Yo duermo en el sillón... ¿Qué vamos a hacer? Yo
no tengo plata para comprar colchones.
Fui a hablar con la asistente del hospital para ver si ella me solucionaba el problema y ella llamó me dijo que denunciara la situación”, relata.
Rosa explica que la situación con su nieta es inestable totalmente. Desde hace más de un semestre que no sabía nada de ella, pero que mediante las redes sociales se iba enterando de cosas esporádicamente.
De hecho, otra persona de la familia confirmó a El Pingüino que no existe ningún método para poder hablar con ella pues cambia constantemente de celulares para que no la puedan llamar. Hablar por messenger de Facebook pareciese una quimera.
Ayuda a las autoridades para su nieto
La situación en casa de Rosa es complicada. Ella, por su edad, trabaja en lo que puede: además de hacer aseo en un local del centro de la ciudad, también tiene, en su propia casa, un set improvisado de costura. Esto debido a que la pensión que tiene a su disposición alcanza la cifra de $100 mil.
“Yo le pido al alcalde que me ayuden con un colchón aunque sea para él, a mí no me importa si sigo durmiendo en el sillón, pero lo que me aflige es que él duerma en un colchón. A mí me da pena todo esto”, cierra Rosa.