La Cruz Roja Chilena nació en Punta Arenas el 18 de diciembre de 1903, fruto del sueños de un ciudadano italiano y a quien apoyaron solidarios residentes de la ciudad más austral del mundo, sita a orillas del Estrecho de Magallanes.
Es que Vittorio Cuccuini, Rosamel Garay, Antonio Gallardo, Justo Alarcón, Manuel Tangacis, Eusebio Rodríguez, Juan Barbeito y Carlos Younquet, sembraron en estas tierras  australes, frías, y ventosas, la semilla de la solidaridad, del apoyo al enfermo e, imbuidas de ese espíritu pionero y caritativo, siguen cumpliendo su tarea las cuarenta voluntarias de enfermería que conforman la sede local de la Cruz Roja Chilena.
Los principios, como lo han señalado Ana Cárcamo Saavedra, presidenta, y Luisa Maldonado Haro, directora de gestión del riesgo, se mantienen vivos y ello permitió que ofrecieran onces a invitados especiales, regalaran ajuares y canastas familiares y pasaran “piolitas” en sus ya ciento trece años de funcionamiento.
Al principio, la institución se denominó “Cuerpo de Salvavidas y Guardias de Propiedad”, pero al poco tiempo pasó a llamarse “Cuerpo de Asistencia Social”, con sucursales en Valparaíso y Tocopilla.
Al iniciarse la Primera Guerra Mundial, se acogió el llamado a la formación oficial de la Cruz Roja y fue así como, en 13 de octubre de 1914, se dio vida a la Cruz Roja de Mujeres de Chile y que hoy corresponde a la que funciona en la capital de Chile.
Pero se respira la satisfacción de que ya once años antes de esa fecha, en Punta Arenas, esa institución benéfica funcionaba al servicio de la comunidad, especialmente cuando se trataba de enfermos lejanos, desastres naturales o cuando, como hoy, las personas en situación de calle requieren ayuda y apoyo, o atenciones de enfermería.
Hoy en día, también las voluntarias se dan tiempo para atender a unos cuarenta adultos mayores postrados y a niños con discapacidad, quienes reciben no sólo pañales, sino que, también, atención kinesiológica.
Los principios
Los principios que inspiran a la Cruz Roja se mantienen vivos y alejados de todo aquello que pudiera ser de tipo político, administrativo o religioso, estos son: humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, carácter voluntario, unidad y universalidad.
Es tanto así, que la comunidad sabe que se puede contar con aquellas voluntarias que, silenciosa y abnegadamente, prestan un valioso servicio a quienes lo soliciten; que están, como los boys scouts, siempre listas; que buscan y reciben ayuda de muchas personas, ayer y hoy, aunque no siempre toda la que se requiere porque los recursos siempre serán más escasos que las necesidades.
Pero Punta Arenas sabe, Magallanes, sabe, Chile, sabe, que la Cruz Roja nacida en Punta Arenas estará siempre que se le necesite, tal cual lo predicara la enfermera de Crimea, la “Niña de la Lamparita”, la siempre recordada Florence Nightingale.