La familia Aros y un grupo de personas cercanas a ella iban de paseo a un bosquecillo ubicado a unos quinientos metros del cruce del camino que sube al Cerro Mirador y que, virando a la izquierda, lleva hasta las instalaciones de la empresa Aguas Magallanes en la Laguna Lynch.

Es un lugar protegido del viento y hasta de la lluvia, porque los árboles son frondosos y el terreno, con escasa pendiente y abundante pasto natural, permite la instalación de carpas sin problemas mayores.

“Fuimos allí muchas veces, porque después que lo descubrimos, con las indicaciones de otros amigos y parientes, podíamos llegar, incluso a pie, porque no teníamos vehículo entonces”, explicó Iris, con algo de pena y rabia.

“Pero ahora, el lugar está convertido en un basural, en el cual se puede encontrar conchas de almejas, de cholgas; restos de muebles, trapos viejos y hasta materiales de construcción en desuso”, agregó.

Siguiendo sus indicaciones, logramos dar con el sitio y confirmar la denuncia de estas familias magallánicas.
El acceso hasta el lugar no es difícil ni complicado, porque el camino lleva a los visitantes que deseen acceder al bosquecillo y sus alrededores.

Pero ya bajo los árboles, el paisaje deprime por lo contaminado que lo han dejado personas irresponsables que han ido de paseo y estuvieron acampando en el lugar.

Efectivamente, las conchas de mariscos, restos de vestuario, de botellas, de latas de cerveza y otros desperdicios, cubren gran parte de la superficie de un sitio que para muchos es casi paradisíaco, porque incluso la vista de Punta Arenas es notablemente hermosa y, como dijo Iris, “de noche se ve todo iluminado a orillas del Estrecho de Magallanes”.

Se consultó acerca del problema en fuentes municipales, pero se indicó que, por tratarse de un sitio privado, no se puede intervenir allí ni con personal y menos con camiones u otra maquinaria.

Pero el problema persiste, pese a que manos amables con el sitio y el medio ambiente realizaron una limpieza parcial del lugar y despejaron de desperdicios un costado del lugar, el que mira más hacia el sur.

Pero las fuerzas y medios no alcanzaron para hacer lo mismo con el terreno que da más hacia el norte y el basural sigue allí, aunque parte de él fue recogido y amontonado en una pequeña quebrada, como relleno cubierto de tierra, ramas y hojas.

Situaciones parecidas se pueden apreciar en el sector cercano a la laguna Lynch y al curso de agua que baja de ella hacia otras instalaciones de aguas Magallanes y constituyen la evidencia de una irresponsabilidad que está dañando el medio ambiente y privando de sitios de esparcimiento a personas, a familias, que aman la vida al aire libre durante los fines de semana de los meses de verano.

La señora Iris se preparaba para ir con su familia, “uno de estos días, por la tardecita”, para llegar al sitio en el que acamparon muchas veces y limpiarlo un poco más, “si podemos conseguir con un vecino que nos apoye, prestando su camioncito”.