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A dos años del retiro de bolsas en Magallanes

De género o plástico: empaquetadores de Punta Arenas no resintieron por retiro de las bolsas que cotaminan

cronica
12/08/2018 a las 16:30
Pinguino Web 1
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Desde esta semana, los supermercados y diferentes locales comerciales de todo el país no pueden entregar bolsas plásticas a sus clientes. Proceso que esta zona ya vivió hace dos años y que demostró que no es el fin del rubro de los empaquetadores.

A través de diferentes reportajes, los medios nacionales señalaron el “drama” que significa para los empaquetadores de supermercados el fin de las bolsas plásticas en los locales comerciales del país.

Un rubro que habitualmente está protagonizado por jóvenes estudiantes, que ven en este trabajo “part time” una forma de costearse los gastos en sus estudios.

Desde hace aproximadamente 25 años que se empezó a masificar este oficio. Primero “a la mala”, sin reconocimiento por parte de los supermercados, para luego empezar a establecerse a través de empresas que regulaban y coordinaban el funcionamiento de estos trabajadores.

En Magallanes, por su parte, todo fue un poco más lento, pero hoy en día son aproximadamente 500 personas, entre estudiantes y personas de la tercera edad, quienes, pese al retiro de las bolsas plásticas, siguen otorgando el servicio de meter los productos comprados en las tiendas, en bolsas. De género o de plástico, da igual en Punta Arenas.

A continuación, cuatro casos de empaques de la comuna que cuentan cómo vivieron el proceso de cambio tras las bolsas plásticas.

Sandra Velázquez, Abu Gosh

Sandra Velásquez es la encargada de los empaques de Abu Gosh de Zona Franca. “Propineros” como también los llama la gente. Para ella, que se encarga de repartir los turnos entre los más de 50 trabajadores que hay en el local, este cambio significó un cambio más de costumbre que de algo económico.

“Al principio fue difícil, porque muchas veces la gente se molestaba cuando uno les pedía la bolsa. Uno les explicaba, pero era difícil entenderlo para ellos. Después se fueron adaptando a ese cambio que se les presentó”, relata.

Incluso va más allá y considera que todo mejoró tras la nueva normativa. “Ahora es todo más tranquilo. Uno les pide la bolsa y ellos con gusto te la pasan. A veces te piden la opción de la caja. Muchas veces la gente no trae sus bolsas, y por eso se les ofrece esa opción. Es todo más simple”, manifiesta.

Por último, la encargada señala que “nos fuimos adaptando a la nueva dinámica del trabajo. Ahora ordenamos mejor los artículos antes de embolsarlos. Lo que es de aseo va aparte, las carnes también, y así. Encuentro que es mejor ahora, con las bolsas era mucho más lío, ahora es mucho más ordenado todo. Quizás ha bajado un poco en las ganancias, pero sigue sirviendo. Hay futuro, los empaques pueden seguir en otros lados”

Pablo Miranda, Unimarc

Pablo Miranda llegó justo en el proceso de cambio entre las bolsas plásticas y las de género. Dos semanas antes del retiro oficial, empezó a trabajar como empaque en la tienda de Abu Gosh, bajo las órdenes de Sandra.

Al principio, relata que fue algo complejo adaptarse, pero que con el tiempo fue todo mucho mejor.

“Alcancé a trabajar los últimos días con las bolsas plásticas. Estuve justo en el tiempo en que se cambió a bolsas de género. Fue complicado al principio, porque los clientes estaban muy acostumbrados a las bolsas plásticas y no querían otra cosa”, relata.

Manifiesta también que “el cambio fue medio brusco, porque como no había bolsas, ellos pensaban que nosotros no teníamos empatía para envolver sus cosas. Solo echábamos las cosas en un carro. Empezó a bajar la propina. Después con el tiempo la gente se acostumbró, empezaron a traer sus bolsas y todo se normalizó”.

Finalmente, señala que “sería fome que se pierdan los empaques de los supermercados. Sirve para los estudiantes, para la gente de la tercera edad, que tienen sus jubilaciones mínimas. Esto las ayuda mucho. No creo que desaparezca en todo caso, porque acá sigue existiendo mucho cliente que requiera ayuda”.

Sonia Barría, Unimarc

Sonia es una de las personas que trabaja en Unimarc. Ella, junto con otras dos personas, son las que trabajan hace más tiempo en el local que está en Capitán Juan Guillermos con Zenteno. Ella, derechamente señala que todo mejoró tras este cambio. “Los clientes nos entregan más plata ahora. Yo creo que la gente al final no nos entrega más monedas por el trabajo, sino que por el hecho de que nosotros estemos ahí, con la disposición a ayudar. Acá la mayoría somos de tercera edad, con las pensiones bajas, y al final aunque la propina no es una obligación, ellos notan mi trabajo”, cuenta con orgullo.

Eso sí relata que se siguen repitiendo episodios de reclamos por la falta de bolsas, sobre todo de gente de afuera. “El cliente rabiaba, pero más con los cajeros o con el supermercado en sí. Hasta la fecha nos dicen que no es culpa de nosotros, así que igual nos dan la propina”, cuenta.

Verónica Mancilla, Unimarc

Verónica vivió el fin de las bolsas plásticas con escepticismo. Comenzó como “propinera” hace 12 años, pero cuando supo que se venía este cambio, se retiró, pensando en que los empaques iban a desaparecer. Sin embargo, hace siete meses volvió a trabajar, y se dio cuenta que todo estaba igual, o incluso mejor que antes.

“Entré hace poquito de nuevo. Estuve como seis, siete años y me retiré por un problema de salud y porque pensé que ya no iba a pasar nada, que nos iban a quitar la propina. Estuve como tres años fuera. Después me di cuenta que no era así, que la gente traía sus propias bolsas e igual te da propina”, manifiesta.

Por último, asume, “yo me asusté, pero el cambio es para mejor, se van a terminar acostumbrando”.




@CamiloEncina

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