El
pasado 13 de julio una nueva investigación por un presunto abuso sexual
cometido por un sacerdote a un menor de edad fue informada por el
Arzobispado de Santiago. La acusación era en contra del párroco de las
iglesias de San Crescente (Providencia) y Nuestra Señora de Luján
(Ñuñoa), Jorge Laplagne Aguirre, quien también prestaba servicios en el
Instituto Alonso de Ercilla, de la congregación de los Hermanos
Maristas.
Según detalló la institución religiosa, el 27 de junio se presentó una denuncia en contra del presbítero, quien habría comenzado a ultrajar a la presunta víctima en 2002, cuando esta era menor de edad y mientras Laplagne lideraba la parroquia Santa María de la Esperanza en Maipú.
Ese mismo caso, señaló el arzobispado, ya había sido indagado de forma preliminar hace 8 años, pero “no se pudo acreditar la verosimilitud de los hechos”.
Sin embargo, esta vez, las imputaciones sí fueron consideradas veraces, por lo que los antecedentes se encuentran en manos de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Laplagne se mantiene suspendido de sus funciones ministeriales, al menos mientras dure la investigación canónica en su contra. Pero no solo eso, el 14 de agosto de este año la víctima y exacólito de Laplagne, Javier Molina Huerta, decidió -apoyado por la Fundación para la Confianza- , ingresar una querella ante el Juzgado de Garantía de Rancagua contra todos lo que resultaran responsables como autores, cómplices o encubridores de los vejámenes.
Supuestos encubridores
Así,
en la acción judicial no solo se relatan los abusos sexuales y de poder
sufridos por Molina, sino que además se apunta al supuesto silencio
encubridor del arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, su predecesor,
Francisco Javier Errázuriz, del excanciller de la arquidiócesis
capitalina Óscar Muñoz -formalizado por violación, abusos sexuales
reiterados y estupro-, y del sacerdote Raúl Hasbún, quien actuó como
procurador de justicia en la causa denunciada el 2010.
Todos estarían
siendo investigados por el Ministerio Público. De hecho, Hasbún ya tiene
fecha para declarar en calidad de imputado ante el fiscal Emiliano
Arias: el próximo 10 de octubre. Según Molina, quien entregó su
testimonio de los hechos durante el programa de TVN “El Informante”, en
un principio, afirmó, cuando denunció los abusos en el Arzobispado de
Santiago y pidió una audiencia con Errázuriz el 2010, no recibió
respuesta. Días después, fue contactado por el actual obispo auxiliar de
Santiago, Cristián Roncagliolo, quien derivó su caso a la cancillería
del organismo religioso. “Me llamó el (entonces) canciller del
Arzobispado, Hans Kast. Puedo decir que fue la única persona de las que
forman parte de las autoridades de la Iglesia que tuvo un gesto noble.
Me dijo que días después me iban a llamar
para realizar una investigación”, agregó. Tras ello, se fijó como fecha
el 21 de mayo de dicho año para prestar declaración. “Nos trasladamos
hasta la casa de Raúl Hasbún. Él empezó a hacerme preguntas como dónde
conocía a Laplagne hasta preguntas macabras. Yo estaba narrando el abuso
y me preguntó si sentía placer”, sostuvo. La indagatoria preliminar de
Hasbún, en la cual también habría colaborado el hombre que reemplazó a
Kast como canciller, Óscar Muñoz, concluyó -con la aprobación de Ezzati-
el año 2015. Según Molina, solo se habría tomado en consideración la
versión del sacerdote y psicólogo de Chillán Ignacio Canales, quien le
atribuyó una posible mitomanía relacionada con la publicidad que tenía
en ese entonces el caso Karadima. “No me conocía y declaró que yo
inventaba la realidad”, comentó la presunta víctima. La investigación
contra Laplagne habría sido de carácter desformalizada, razón por la
cual el religioso siguió hasta junio de este año ejerciendo sus labores
pastorales.
Y es que Ezzati -que llegó a liderar la arquidiócesis en diciembre de 2010 tras la salida de Errázuriz- no habría considerado las sugerencia que le hizo Hans Kast el 2011, referentes a implantar una medida cautelar en contra del presbítero junto con iniciar formalmente un proceso indagatorio. Esa sería parte de las razones por la cual la Fiscalía presume un encubrimiento por parte del cardenal, quien también es acusado de guardar silencio por los abusos cometidos por Muñoz.
Abuso
Molina detalló que su relación con Laplagne comenzó cuando tenía 13 años y el religioso 45, y empezó a concurrir a clases de formación que la Iglesia realizaba todos los años en Maipú.