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Suplemento Análisis: Promedio rojo para la universidad regional

opinion
03/02/2019 a las 14:00
Pinguino Web 1
1805

Debido a las movilizaciones estudiantiles, cuestionamientos en contrataciones vinculadas a la ex Nueva Mayoría y la manifestación de los trabajadores a honorarios, tras el no pago de sus remuneraciones.

El año que recién pasó puede ser considerado el más duro y difícil para la Universidad de Magallanes (UMAG), marcado por las movilizaciones estudiantiles, cuestionamientos en contrataciones vinculadas a la ex Nueva Mayoría y para rematar el último semestre, los trabajadores a honorarios decidieron revelarse tras el no pago de sus remuneraciones.

Seguramente uno de los deseos para este nuevo año que acaba de comenzar y que se tiene que haber escuchado en la Rectoría de la única universidad pública del país en la región tendría que ver con pasar un mejor semestre, más tranquilo y lejos de los escándalos.

Las cosas cambiaron de la noche a la mañana en el campus norte de la UMAG. De ser la institución “regalona” del Gobierno Regional de la mano del exintendente Jorge Flies, con todos los beneficios asociados, la casa de estudios pasó a estar en el centro de las críticas, no solo de las nuevas autoridades, sino también de la propia ciudadanía local.

Los millonarios proyectos aprobados asociados a la entidad académica como el Centro Asistencial Docente y de Investigación (CADI UMAG), Centro Subantártico Cabo de Hornos en Puerto Williams, cogestión del Centro Antártico Internacional (CAI), aprobación de un Centro de Convenciones, apoyo a un Centro de Teledetección, por mencionar algunos, eran las joyitas y el orgullo del rector Juan Oyarzo y su equipo, lo cierto es que de un momento a otro, esas mismas obras se transformaron en blanco de objeción.

Falta de un modelo claro de gestión y proyección, y poca vinculación con la comunidad, sumado al desconocimiento en detalle de las construcciones, terminaron por jugarle en contra a la universidad.

Primero fue el exintendente Christian Matheson el que dejó en más de una oportunidad plantado al rector Oyarzo y su team suspendiendo varios encuentros agendados en el edificio frente a la Plaza de Armas, a lo que se sumaron otras más que estaban destinadas a conocer en terreno los avances del CADI.

El único encuentro entre Matheson y Juan Oyarzo se concretó con motivo del inicio de la toma de la universidad por parte de grupos feministas.

La cita fue en la Intendencia y pareció más un tirón de orejas por parte del intendente de la época que un diálogo ameno.

Desde el Gobierno Regional estaban molestos por la forma en que las autoridades universitarias estaban encarando los reclamos estudiantiles. Razones no les faltaban. El paro y toma de la UMAG terminó extendiéndose por más de dos meses, donde miles de estudiantes vieron interrumpidas sus clases.

Las cosas no mejorarían con la llegada de la intendenta María Teresa Castañon.

Con el arribo de la nueva autoridad regional, en la UMAG se abrió una ventana de esperanza que les ayudaría a seguir adelante con sus pretensiones en infraestructura y la obtención de nuevos recursos, sin embargo, la agenda oficial seguiría ocupada para la universidad regional.

La intendenta Castañón siguió manteniendo a distancia a los representantes universitarios, mientras las cosas se ponían de mal en peor para Oyarzo que salía golpeado del reclamo feminista.

Denuncias por acoso al interior del plantel universitario, falta de respuestas claras a las estudiantes movilizadas, y teléfono apagado para autoridades regionales que ofrecieron todo su apoyo para mediar ante el complejo escenario, pusieron a la rectoría de la universidad estatal nuevamente en crisis.

El paro terminó después de dos meses, pero los problemas no acabarían ahí para el ingeniero Oyarzo.

 

Pago de favores

Si durante la administración de Michelle Bachelet el ex conglomerado político oficialista marcó una fuerte presencia en la universidad magallánica. Al terminar el segundo mandato de la desaparecida Nueva Mayoría, la hegemonía partidista no solo no terminó sino al parecer se incrementó.

Los apellidos de exsecretarios ministeriales comenzaron a verse más seguido en las fotos universitarias. La opinión pública empezó a ver no con buenos ojos esta suerte de bolsa de empleos que se abrió a partir del 11 de marzo de 2018.

La situación no cayó nada bien en la nueva administración del GORE. Por un lado, se insistía en agendar reuniones y establecer una buena relación con las nuevas autoridades, pero por otro, seguían apareciendo conocidos nombres de la otrora NM entre el listado de contrataciones.

Como un pago de favores, por más que se negara, así fue asumido el arribo masivo de exseremis a la UMAG.

 

Sin sueldos

Cuando parecía que un año tormentoso podía terminar algo más tranquilo en las oficinas de la sede central de la universidad pública, casi 700 trabajadores a honorarios de la institución educativa decidieron paralizar sus funciones durante una semana como una forma de manifestar su enojo, y no era para menos, tras enterarse a través de un correo electrónico que, sus remuneraciones no serían canceladas hasta nuevo aviso.

Los honorarios en la UMAG representan más del 60 por ciento de la plantilla total de trabajadores.

El vicerrector José Maripani fue el encargado de enfrentar el malestar de los “prestadores de servicios” (así se refería el mail difundido entre los empleados) con respuestas algo confusas sin dejar en claro el motivo del no pago. Luego de una semana, el traspié fue superado poco antes de finalizar 2018 lo que terminó por dejar un nuevo gusto amargo en la libreta de calificaciones de la universidad que terminó un año con promedio rojo, al debe con la región, sus estudiantes y sus propios funcionarios.

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