Ahora bien, el estudio oficial de los ovnis no parte con
el CEFAA en 1997, sino que mucho antes con la creación de la Comisión Chilena
para Estudios de Fenómenos Espaciales No Identificados, entidad que funcionó
entre los años 1968 y 1975, en dependencias de la Oficina Meteorológica
Nacional.
Si lo analizamos desde una perspectiva estrictamente
aeronáutica, ambos organismos fueron creados como una forma de obtener algún
grado de respuesta, ante una gran cantidad de reportes de avistamientos que
eran calificados como "objetos voladores no identificados" y que,
mediante los medios de comunicación social, la literatura, el cine y en general
una verdadera cultura ovni,
despertaron, y lo siguen haciendo, la atención de la sociedad chilena en su conjunto.
Ciertamente,
el espacio aéreo chileno posee una dimensión de 32 millones de kilómetros
cuadrados, el cual se controla desde la superficie hasta los cuarenta y cinco
mil pies de altitud, (13.716 mts). A su vez, el espacio aéreo nacional se
divide en 5 regiones de información de vuelo (FIR) y 14 áreas terminales (TMA),
las que permiten supervisar siete aeropuertos y más de 320 aeródromos
(controlados y no controlados), en donde se efectúan una cifra cercana a las
500.000 operaciones aéreas al año. Por ende, el propósito del CEFAA es realizar
la recepción, análisis y clasificación de los informes de fenómenos anómalos
que provengan de la actividad aérea, como también de otras fuentes de
información como son reportes, testimonios, fotografías o videos de la
comunidad en general, todo para colaborar activamente con la seguridad
operacional en nuestros cielos.
Por mi lado,
colaboro a este organismo desde el año 2002 y luego de su receso en el 2004 y
su reinauguración en el 2010, trabajé directamente como integrante del llamado comité
externo, así que conozco bastante bien parte de sus archivos y además tengo la
fortuna de haber participado directamente en algunas investigaciones muy
interesantes. Asimismo, es mi deber hacer notoria la excelente labor que realiza
el Sr. Hugo Camus Palacios desde que asumió como director, hace aproximadamente
dos años.
Hoy el CEFAA
alberga más de 700 informes oficiales, teniendo entre los años 2018 y 2019 un
total de 201 casos debidamente reportados. En su desglose, 148 casos (74%)
están explicados, 41 casos (20%) están pendientes, 6 casos (3%) son falsos y 6
reportes (3%) son inexplicados. Es este porcentaje el que mantiene el interés y
expectativa por parte de la ciencia y de todos quienes de una u otra forma
anhelamos saber qué hay detrás de los fenómenos aéreos
anómalos.
Otro aspecto
muy importante, es que toda la información que este comité posee es pública y
los casos, que posterior a un proceso metodológico de investigación, están
abiertos para el conocimiento de la ciudadanía en general, gracias a la
aplicación de la Ley Nº 20.285 “Ley de Transparencia”.
Los invito a
visitar la pagina del CEFAA (www.cefaa.gob.cl) y revisar la atractiva información que presenta, donde se destacan
algunos audios de comunicaciones radiales entre aeronaves y Centros de Control
de Tránsito Aéreo, con denuncias por frecuencia de avistamientos o situaciones anormales
vividas en vuelo.
Si bien los
pilotos somos personas que podemos tener errores de percepción o de
interpretación, es evidente que existen manifestaciones en nuestros cielos que
aún no podemos explicar. Es evidentemente ese 3% el que nos deja una pequeña
ventana abierta para que, por ejemplo, este comité exista o también para
recordarnos que en muchos aspectos de la naturaleza somos bastante ignorantes y
nos resta mucho por conocer, concebir y sobretodo aprender. Si no comenzamos
por entendernos y dialogar entre nosotros mismos, es muy difícil que algún día
logremos hacerlo con algo o alguien, que podría perfectamente estar detrás de algunos
de estos fenómenos.