Un sector político viene reclamando que nuestro país tenga un Estado Solidario y para lograrlo, la única solución que proponen es quitarle dinero a quienes han progresado económicamente en la vida para dárselo a quienes no han gozado de dicho progreso. Es decir, si usted tiene aspiraciones de llegar gracias a su trabajo, talento y sacrificios, a una buena posición económica, debe saber que si lo logra, le sacarán a la fuerza la mayor cantidad de dinero posible. Entre más progrese, más dinero le sacarán. A ese porcentaje que le sustraerán le llaman impuesto y a esa forma de esquilmarlo, le llaman solidaridad.
Por eso reclaman a los cuatro vientos que debemos tener un Estado Solidario: quitarle a los ricos para dárselo a los pobres. Una fórmula simple, que no requiere ingenio y creatividad. No es que quieran sacar a los pobres de su situación desmedrada, lo que precisa de un arduo esfuerzo creativo, de crear condiciones para que la gente abandone su estrechez socio económica (muchos puestos de trabajo, generación de empresas, innovación, movilidad social, etc.), sino de lo que se trata es de quitarle a quienes más tienen para entregárselo al Estado, manejado por políticos virtuosos, que le desean a usted el bien, que están poseídos de un espíritu altruista, bondadoso, y derivarán todo ese dinero a quienes más lo necesitan, a cambio claro, de que ellos gocen de privilegios de los cuales usted no gozará. Le dirán con tono circunspecto, que se debe “redistribuir la riqueza”.
Si se piensa detenidamente, la solidaridad que ellos propugnan nada tiene que ver con la esencia del concepto; dicho de otra manera, no puede existir solidaridad cuando a usted le ponen una pistola en el pecho para que entregue al Estado parte de sus bienes legítimamente obtenidos. “El cariño a la fuerza no es cariño”, hemos escuchado desde siempre. Parafraseando esta máxima, podemos decir “La solidaridad a la fuerza, no es solidaridad”. Ahora, el que este sector aluda a la solidaridad para hacerle creer a usted que lo hacen por su bien, no es al azar, sino fruto de una ideología que para lograr sus propósitos, vacía de contenido conceptos valiosos para la sociedad. De esta manera, palabras tales como “pueblo”, “democracia”, “solidaridad”, son usadas de una manera muy distinta. Por ejemplo, si usted es partidario de una economía de mercado y libre, entonces no formará parte del “pueblo”, y lo motejarán de mala persona, “enemigo del pueblo”.
Porque desfiguran el concepto de solidaridad, es que cuando existe gente que voluntariamente se asocia para hacer obras de bien en ayuda de personas desvalidas, de ciudadanos que han quedado a la vera de nuestro sistema de vida, les disgusta. No les es aceptable que personas motivadas por un espíritu altruista, ayuden a otros, porque para ellos, toda ayuda debe venir del Estado; algo así como “fuera del Estado nadie se salva”. Luego, hablar de Estado Solidario es como hablar de Amor a la Fuerza. Más aun, como el concepto de Estado es uno de tipo jurídico, no es posible que una creación humana sea solidaria; es de un contrasentido infinito. Piense usted en cualquier servicio público y trate de calificarlo de solidario; por el contrario, piense usted en una persona determinada, un amigo, un pariente, un funcionario por ejemplo, y trate de calificarlo de solidario. Obviamente la solidaridad no es aplicable a un servicio público (el Estado), sino a seres humanos precisos y determinados.
En definitiva un país solidario sólo se construye con ciudadanos solidarios.