Hace 60 años, días previos al tradicional 21 de mayo en muchas ciudades del país se escuchaban los sones de los clarines de las bandas militares entre Arica por el norte y Magallanes por el sur, eran unidades de las Fuerzas Armadas que ensayaban para el desfile en conmemoración del Combate Naval de Iquique y Día de las Glorias Navales de Chile.
Pero la historia estaba escrita de otra forma muy distinta.
En la madrugada del 21 de mayo de 1960, precisamente a las 6.04 horas, un fuerte sismo remeció a Chile afectando a 13 de las 25 provincias, abarcando desde Talca a Chiloé en mayor o menor medida. En esta ocasión, ciudades como Concepción, Chillán, Angol y Talcahuano, sumado a ellos pueblos de la zona del carbón, fueron los que absorbieron el impacto con más violencia, por los 8,5º de intensidad.
Ese mismo día y conforme a nuestra Constitución, el Presidente de la República, Jorge Alessandri, entregaría el tradicional mensaje a la nación. Del sismo en el sur, poco y nada se sabía. Las comunicaciones quedaron cortadas de inmediato, fueron suspendidos todos los desfiles y recepciones oficiales. El duelo se empezaba a vivir a medida que se iba teniendo más información sobre la situación.
El día transcurrió de esa manera, el Presidente Alessandri dio su cuenta pública ante el congreso pleno, manifestando su pesar por la tragedia ocurrida.
Las Fuerzas Armadas, Carabineros, Bomberos y otros servicios tradicionales de apoyo y ayudas a la población ya empezaban a activarse. A ese momento, oficialmente se sabía de 84 muertos, sumado a ello la destrucción de infraestructuras viales, telégrafos y de viviendas, etc., por lo cual inicialmente no hubo comunicaciones.
Pero esto recién comenzaba, el domingo 22 de mayo, y cuando el reloj marcaba las 15,15 horas, un fuerte ruido subterráneo se escuchó en la provincia de Valdivia, un terremoto grado 9,5 azotó a la zona lo que junto con ello trajo como consecuencia un maremoto que azotó las costas del Pacífico, llegando incluso al Japón. Valdivia y otras localidades quedan bastante mal paradas, con mucha destrucción y de consumos básicos, como agua, electricidad, teléfonos, etc.
La primera comunicación oficial se realizó gracias a un equipo de radio aficionado que poseía el comandante del Regimiento Caupolicán, que también después de haber sufrido las consecuencia destructiva, pudo ser reparado y puesto en funcionamiento y de esta forma transmitir las primeras noticias oficiales de la tragedia al alto mando y por lógica al jefe del Estado.
Pero esto no es todo, porque junto con el terremoto y maremoto, silenciosamente venía gestándose otra calamidad. Por el terremoto, varios cerros habían bloqueado el desagüe del Lago Riñihue el cual deposita sus aguas en el Río San Pedro; su obstrucción trajo como consecuencia el aumento del nivel de las aguas del lago colocando en un gran peligro a la población rivereña del río hasta llegar al Océano Pacifico.
Ante esta triple tragedia, los dos terremotos, el maremoto y la situación inicial del Riñihue, el gobierno una vez más, y como ha sido tradicional en la historia, movilizó a todas las Fuerzas Armadas y Carabineros para acudir en ayuda y apoyo de toda la población. Dentro del Ejército entre otras unidades, el Batallón Escuela de la Escuela de Suboficiales, a la fecha, en la Escuela de Infantería. Después conocido como “Batallón de Hierro”.
Con las noticias ya en el ámbito mundial, de todo el mundo empezó a llegar la ayuda solidaria de distinta manera y características, lo que obligó a la autoridad a conformar un puente aéreo de grandes dimensiones; por su parte la Armada hacía lo suyo al igual que el Ejército de Chile.
En palabras del periodista Luis Hernández Parker en el libro “Catástrofe en el Paraíso”:
“…a todos nos cogió de sorpresa la catástrofe; no supimos reaccionar a tiempo y, mucho menos, a medir en su dimensión horripilante la magnitud de los mismos. Agregaría que eso nos ocurrió a todos, menos a los hombres de las Fuerzas Armadas; a los Carabineros y Bomberos”.
Finalmente, vino la reconstrucción de Chile, el Lago Riñihue, recién el 23 de julio 1960, se desaguó con las consecuencias no tan trágicas como inicialmente se previa gracias al trabajo de muchas personas de diversas instituciones, como lo fueron Fuerzas Armadas, Endesa, obras públicas, muchos civiles, etc.
Y el país volvió a caminar, salir adelante como en muchas otras ocasiones, y dos años después pudo organizar el Mundial de Futbol en 1962.
Y como corresponde a la tradición histórica:
“El Ejército siempre presente”.