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Columna de Opinión

Una casa realmente para todos… No palacios para unos pocos…

columnistas
25/10/2020 a las 13:07
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Luis Legaza, profesor

Una casa nueva, la nueva casa, dice la canción… En una casa nueva se depositan esperanzas, sueños, futuro, proyección. Una casa alberga nuestra existencia, estructuramos modos de convivencia, establecemos reglas necesarias para el día a día, repartimos roles y trabajos que cada uno de los habitantes debe cumplir para mantener la armonía, para asegurar la convivencia, para determinar que los derechos y deberes estén al alcance de todos y sean claramente comprendidos, acatados y puestos en práctica. Para muchos (miles en realidad), esta “casa constitucional” no vela ni protege a sus moradores, los deberes se anteponen como obligatorios, pero poco y nada de derechos. Esta “casa” (lo quieran negar o no), fue edificada en los tiempos más tenebrosos y terribles de nuestra historia, el diseño, los planos, la distribución de este hogar, la planificaron unos pocos que se aseguraron de quedarse con las mejores habitaciones, el mejor resguardo, las máximas comodidades y al resto nos mandaron al “rincón”, nos relegaron como pariente indeseable, como un Gregorio Samsa en La Metamorfosis, despreciado, abandonado a su suerte, maltratado, un bicho miserable al que todos quieren eliminar de sus vidas. Y, soportando el desprecio de quienes otrora te brindaban afecto y cuidado, los “Samsas” fuimos asumiendo nuestra condición de insectos, nos acostumbramos a la mirada desdeñosa de los dueños de la casa, soportamos los golpes y manzanazos, el maltrato… Nos fuimos acostumbrando a las sobras del festín que disfrutaban los “dueños” de la casa y, encerrados en el olvido, reptamos años y años… Pero a diferencia del Gregorio de la ficción novelesca, despertamos de esa larga sensación de sentirse unos bichos y salimos a las calles, gritamos, llenamos plazas y alamedas reclamando contra los dueños de l vivienda que insistían e insistían en su desprecio sistemático: levántense más temprano, vayan a hacer vida social a los consultorios, compren flores que están más baratas, hagan bingos para sus enfermedades, endéudense para alimentarse, vayan a “sus” colegios, pregúntenle a las vacas por qué la leche está más cara, no vengan a nuestros centros comerciales y vuélvanse a sus poblaciones, rotos de mierda… Y así, los “dueños “ de esta casa seguían con el maltrato: nos golpeaban en las calles, nos arrancaban un ojo, nos dejaban ciegos, nos mataban miserablemente amparados por los uniformes de la patria que más que defendernos, nos agredían y siguen agrediéndonos día tras día… Ahora “los bichos” recuperaron su condición de personas, no queremos sentirnos más vapuleados, queremos que si vivimos todos dentro de una casa, tengamos todos los mismos derechos, porque en nuestra casa chilena abundan por todas partes el mérito, pero no así las oportunidades… Ahora tenemos la oportunidad de derribar esa casa construida por unos pocos y para unos pocos, ahora queremos una casa digna, equitativa, justa, con igualdades para todos y no solo para los que tienen dinero… Basta de privilegios para las minorías, basta de atropellos y abusos, basta ya de segregación. Es un desafío como pocos el que se nos presenta, pero es un hermoso desafío… Yo, como miles, sueño con una nueva casa y la construiremos en conjunto, todas y todas para que nunca más en Chile existan los Gregorio Samsa y para que nunca más se atrevan a tratarnos como insectos. El sueño existe… Para todos, como siempre, un abrazo.
P.D.: menos para los que siguen defendiendo una casa construida en base a privilegios para unos pocos.

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