Puchas, la situación es compleja, sin lugar a duda, me gustaría poder hablar de un camino de rosas, pero debo ser franco conmigo y con ustedes, la verdad no tengo esperanzas de que este proceso termine bien, pero espero con ansias que así sea. Si bien es efectivo que el modelo liberal económico escogido por el Régimen Militar y  continuado por la Concertación de Partidos por la Democracia implicó la privatización de una serie de servicios básicos, empresas públicas estratégicas, y entregó la gran parte de nuestro sistema previsional, de educación y de salud a los privados, o, a una alta de participación de ellos en dichas áreas económicas y sociales,  fueron en realidad las prácticas de colusión, el abuso de la posición monopólica, la influencia extrema del empresariado en la confección de leyes, el financiamiento antiético de la política, el enquistamiento de la élite política en el Congreso Nacional (senadores con 16 o 30 años en el cargo) , el ejercicio de Gobiernos Democráticos con nepotismo y amistocracia, la falta de fiscalización real y autónoma de los organismos encargados de hacer funcionar el capitalismo (Fiscalía Nacional Económica),  los que provocaron un hastío y deslegitimación de un gran sector de la población chilena con el sistema político social neoliberal republicano que le dio Progreso a Chile estos 30 años. Junto con ello, el Progreso de Chile iba corriendo como un Jaguar, dejando en el camino a muchos chilenos, en especial niños del Sename y ancianos con pensiones indignas, afectación de medioambiente y comunidades indígenas, marginación y afectación producto de la enajenación individual y colectiva que implica la constante necesidad de satisfacer necesidades múltiples fruto de un sistema económico desbocado, ejemplo de ello progenitores que abandonan a sus hijos y padres ancianos por vicios y placeres o progenitores que abandonan la crianza por excesivo trabajo, todo ello mientras por otro lado en los últimos años se incentivó una desbocada inmigración que captó los puestos de trabajo básico, que puso un peso mayor en el sistema de cobertura social chileno,  paralelamente se reformaron entre gallos y medianoche normas básicas de regulación tributaria y laboral afectando gravemente la generación de empleo, y aparecieron hechos de corrupción en las Fuerzas Armadas, Carabineros, y también en los mismos ciudadanos habiendo incluso llegado a 100.000 falsos exonerados que cobraron ilegítimamente reparación. Dentro de ese contexto, se explica por qué hubo un estallido social, rabia en especial de sectores marginados filodelincuenciales, sectores de izquierda social y sectores de clases medias. Pero esta desatada irrupción de violencia extrema ha demostrado que hay una falta de coherencia hacia donde queremos ir y por otro lado ha generado una enorme resistencia a realizar cambios. Por un lado los que quieren cambios se dividen en los que piden ir hacia el modelo bolivariano Venezolano como explícitamente manifestó una militante comunista chilena en Caracas o lo expresa el senador Navarro, hay otros que quieren el caos por sí mismo carente de una autoridad me refiero al Anarquismo Insurrecional, otros quieren ir a la ley del más fuerte como lo es el narcotráfico, y otros quieren un Chile modelo Islandia, Holanda y me refiero a la Ex- Concertación, por el otro lado tenemos a la resistencia a los cambios representada por José Antonio Kast, las bases de Renovación Nacional y casi a la totalidad de la UDI, como asimismo parte de las Iglesias que ven con suspicacia la posibilidad que una nueva constitución pueda restringir las libertades de culto, opinión, información y expresión en pro de una nueva moralidad forzada por ley de grupos LGTBI, además de la persecución de iglesias como se ha demostrado con la quema de templos católicos esta semana a manos de grupos insurrecionales. Es difícil poder augurar que ocurrirá si gana una u otra opción en el plebiscito, pero lo que sí se puede tener certeza que sea cual sea el resultado, el país está con una profunda división sobre su pasado, sobre su presente y sobre su futuro, que hace imposible prosperar hacia el bien común.