Uno de los grandes problemas de Punta Arenas en su segunda cuarentena, fue la difícil tarea de reducir la movilidad. Ese fue uno de los grandes problemas en las primeras 3 semanas del segundo confinamiento que inició el 24 de agosto. 

La capital regional no lograba disminuir la movilidad de sus habitantes, tanto así que se decidió imponer una reducción vehicular -que no duró más de un mes- y que no logró el objetivo. 

Tras cambio en el gabinete regional, se logró adelantar el toque de queda a las 20 horas y limitar la entrega de permisos para trabajadores esenciales. 

Sin embargo, el último estudio a cargo del Instituto Sistemas Complejas de Ingeniería (ISCI) junto a investigadores de la Universidad de Concepción, y las facultades de Ingeniería Industrial, Economía, e Ingeniería Civil y Transporte de la Universidad de Chile, reveló el impacto de las medidas de confinamiento en Punta Arenas, desde el 1 de marzo hasta el 25 de septiembre.

Lo datos revelan que Punta Arenas aumentó su movilidad por sobre los índices registrado previo al confinamiento, esto tras decretarse la primera cuarentena para su población. Respecto de la semana de estudio, la comuna disminuyó su movilidad solo 17%.

Durante la segunda cuarentena, la comuna redujo la movilidad en un promedio de 26 por ciento (24 de agosto 25 de septiembre), duplicando los índices de movilidad de la primera cuarentena que fue de 43% (1 de abril 7 de mayo).

Al respecto, Leonardo Basso, director de ISCI, señala que “la primera cuarentena de Punta Arenas disminuyó bastante la movilidad durante las primeras dos semanas, aunque luego aumentó sostenidamente por varias semanas. Durante el primer desconfinamiento, Punta Arenas alcanzó altos niveles de movilidad, siendo esto un 15 a 17% menor que en la semana anterior al cierre de colegios. La nueva cuarentena en Punta Arenas ha tenido un efecto atenuado respecto del primer período de confinamiento”, específica.