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Testimonios de cuatro funcionarias

Una Navidad con vocación de servicio: las profesionales de la Salud que salvan vidas en una residencia sanitaria

cronica
26/12/2020 a las 11:00
Pinguino Web 1
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Esta crónica en primera persona pretende dar cuenta de la loable y denodada labor que desempeñaron durante la jornada de Navidad quienes sacrificaron su cena familiar para velar por el compromiso que han hecho para resguardar la salud de los magallánicos.

Por Roberto Martínez - [email protected]

Pareciera que hace mucho tiempo, el concepto de la Navidad dejó –para la gran mayoría- de tener un significado vinculado al espectro religioso, sino que más bien es una fecha con un sentido y un valor de expresión afectiva y familiar, donde cada persona espera para reunirse con sus seres queridos, y disfrutar de una comida juntos, o de simplemente apreciar el regalo de la vida, de celebrar a quienes tenemos a nuestro lado, y recordar la memoria de aquellos que nos han dejado.

Este año, el 25 de diciembre, fue una noche especial. Más allá de esperar a recibir cosas materiales, el principal deseo de los magallánicos fue seguir con buena salud para el año entrante, y que aquel anhelo fuese transmitido a su familia y amigos. Algo que antes parecía cotidiano, hoy es un privilegio.

El hecho de que muchas de las personas de nuestra región que se contagiaron este año se hayan recuperado, tiene directa relación con la loable y denodada función que llevan a cabo los profesionales de la Salud de Magallanes, que día a día arriesgan su propia vida para salvar, cuidar y resguardar a personas que no conocen. Es la vocación de servicio, como comúnmente se cataloga.

Por cosas del destino, me tocó este año pasar la Navidad en la residencia sanitaria del Hotel Finisterra, y pese a que no celebro esta fecha, sí fui testigo de la atención y la incansable labor que realizaron las enfermeras, tens e internas, que no pudieron abrazar a sus padres, hijos y parejas por estar cumpliendo con su deber, una función que muchas veces es invisibilizada o no se le otorga la importancia que realmente debería tener.

Al igual que a los otros 33 vecinos, o pacientes que “viven” temporalmente en esta residencia, las funcionarias golpeaban la puerta dos veces al día para verificar nuestro estado de salud, debiendo cumplir turnos de doce horas por cada cuatro facultativos, y aunque puede ser evidente el desgaste emocional o sicológico que implica la situación, ellas se han mantenido impávidas frente a esta adversidad llamada Covid-19.

“Estamos contentas de estar acá“

Con el debido resguardo, con todas las estrictas medidas de seguridad y sin interferir ni que se viese interrumpida su labor, pude conversar algunos segundos con la enfermera Barbara Cifuentes Igor, quien comentó que este año ha sido mucho más complejo de lo que se suele percibir, donde la atención con los pacientes ha mutado, debiendo ser menos cercana que antes, por motivos obvios.

“Ha sido un cambio impactante para todos, porque antes teníamos una relación más de piel con el paciente, pero ahora debemos tener esta barrera, que a nosotras nos afecta en nuestro quehacer. Sólo el hecho de mirarnos las caras hace un cambio en lo que es la atención, incluso muchas veces los pacientes han necesitado contención emocional, no lo hemos podido abrazar como puede suceder normalmente”, detalló.

La profesional relató que para ella y para sus otras tres colegas que estuvieron de turno la noche del 24 y madrugada del 25, ésta ha sido su primera Navidad cumpliendo servicios, pese a que este es su segundo año trabajando como enfermera.

“Nosotras, las cuatro tenemos familias, algunas tienen hijos, y eso igual nos ha afectado de cierta forma, es como un impacto para nuestra vida sentimental, pero fuera de eso estamos contentas de estar acá, de hacer lo que debemos hacer. Personalmente, lo que más me daba pena era dejar a mis padres cenando solos, pero sé que ellos lo pueden comprender. Además, con este doble riesgo igual una se ha tenido que alejar más de la familia. Ha sido triste pero es lo que nos toca hacer”, narró.

“De a poco se ha ido pasando el miedo“

En el mismo tenor, la técnico en enfermería (tens) Dámaris Mancilla Sánchez cumplió dos meses trabajando en la referida residencia, pero lleva siete años ligada al área de la Salud. Para ella, este año ha sido complicado porque -según dijo- “ha cambiado la salud emocional, mental, física y más con el hecho de ver a algunos pacientes que de repente no están con muy buena disposición, pero uno está acá para ayudarlos”.

Las implicancias de la pandemia igualmente hicieron que Dámaris pasara la Navidad fuera de casa, no pudiendo abrir los regalos con su pequeño de 8 años o cenar con su pareja. “Da un poco de pena dejarlo solito porque igual es chiquitito. Gracias a Dios, está con su papá, pero se percibe ese sentimiento de que una no está con él”, admitió.

Respecto del trabajo en equipo, sostuvo que “nos hemos cuidado bastante. Siempre cumplimos todos los protocolos existentes, y de a poco se ha ido pasando el miedo a contagiarse, aunque siempre mantenemos los cuidados”.

“Me gusta mi trabajo“

Tras el cambio de turno de la mañana, a las 20.00 horas del mismo 25 de diciembre comenzaron a trabajar otras cuatro profesionales. En este aspecto, la interna de la carrera de Enfermería, Yismar Aguilera San Martín, manifestó que “esto ha sido muy diferente a lo que me esperé, pero he aprendido y me ha servido bastante el hecho de que me hayan dado la oportunidad de trabajar. Si bien ha sido estresante, porque uno tiene una familia detrás y existe el temor de contagiarlos a ellos, sí hemos tomado los resguardos necesarios para que eso no pase”.

Tal cual como los choferes, los bomberos, las policías, los guardias o los periodistas, la funcionaria de la Salud debió trabajar en este feriado de Navidad, no obstante, ella aseguró que “es la carrera que elegí, es lo que siempre supe que iba a pasar, porque al estudiar una profesión de la Salud uno sabe que los feriados o las festividades no se van a celebrar en familia. Pero a mí me gusta mi trabajo y vengo con bastante alegría a realizar mi labor”.

“No es un inconveniente estar acá”

Quien acompañaba a Yizmar en mi control rutinario era Sandra Vásquez Escalona, quien el año pasado se tituló como tens a sus 47 años, siendo éste su primer trabajo en el área de la Salud. “En marzo fue complejo pensar si es que me dedicaba a desarrollarme en el aspecto laboral con una pandemia. A todos nos tomó por sorpresa este acontecimiento e igual estuve cuestionándome por una semana si era realmente lo que yo quería para mi vida”, reconoció.

Asimismo, recalcó que “mi hija tiene 12 años, igual da un poco de pena no estar pasando la Navidad con ella, pero ésta es una vocación, yo me debo a mi trabajo, me gusta mucho lo que estoy haciendo, sé que tengo que venir a la residencia, ver la evolución de las personas, y lo hago contenta, porque para mí no es un inconveniente estar acá”.

Al igual que estas profesionales, hay cientos de trabajadores de la Salud en nuestras cuatro provincias que asumen con toda responsabilidad que este escenario no pasa por una preocupación personal, sino que es un deber que se debe cumplir para con la sociedad y la comunidad magallánica, por lo que su aporte, como el de muchos otros facultativos, es realmente necesario y vital, y es indispensable que, por ejemplo, los tens sean incorporados al Código Sanitario, y puedan ver reflejada la importancia de esta función en los tiempos más difíciles que ha debido enfrentar la humanidad en los últimos cien años.

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