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La historia de Florencia Vergara

Convivencia Antártica: lidiando con el trabajo extremo y la habitación confinada

tendencias
22/02/2021 a las 18:01
Pinguino Web 1
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Para que esto se produzca, se requiere de varios componentes interrelacionados, entre ellos, cuerpos responsables de la producción científica antártica. Entendiendo que las condiciones antárticas pueden ser hostiles, el cuidado en la vivencia corporal antártica se hace necesario para la producción científica.

La investigación etnográfica realizada en la ECA 55 efectuada por Florencia Vergara, le permitió conocer las prácticas de cuidado necesarias para sobrellevar la vida científica antártica y, en este artículo, se realzan los cuidados orientados hacia la convivencia en confinamiento.

En el momento pandémico actual, revisar las prácticas desarrolladas por trabajadores antárticos para sostener las relaciones sociales amenas en sus contextos de encierro puede sernos útil. La Antártica es un continente que exige la continuación del trabajo científico pese a toda dificultad y las prácticas de cuidado interrelacionales se vuelven así esenciales para la producción científica, por muy ajenos a ella que parezcan en primera instancia.

El cuidado de la salud -entendiendo este concepto desde sus dimensiones no solo físicas, sino también sociales y psicológicas- está relacionado con la forma de habitar un espacio concreto. Las prácticas de habitación colectivas e individuales están en sintonía con las trayectorias posibles de los cuerpos. En la Antártica, se habita mayoritariamente en función del trabajo científico y, para llevarlo a cabo, los equipos científicos producen prácticas corporales enmarcadas por las condiciones que entrega el continente.

Quienes se dedican a pasar semanas o incluso meses en trabajo antártico durante la Expedición Científica Antártica (ECA, organizadas por el INACH) son logísticos y científicos encargados de la producción de conocimiento. Y así como muchas personas en el contexto epidémico actual, estos trabajadores están relegados a realizar sus actividades laborales y volver al confinamiento de su campamento o base con los mismos espacios, recursos y compañeros. Si bien el trabajo antártico trae experiencias inolvidables, no está ajeno a un mundo de dificultades.

La investigación etnográfica realizada durante la ECA 55 (2019) para su tesis de Magíster en Antropología sociocultural de la Universidad de Chile, titulada “Optimización de salud en Antártica”, apoyada y financiada por el INACH, me permitió observar las formas de cuidado y autocuidado requeridas para sobrevivir a este espacio.

Los viajeros fueron aproximados a través de una metodología etnográfica, en la cual se constituyó una muestra de 47 personas. A 39 de ellas se les realizaron entrevistas semiestructuradas, la mayoría grabadas y una de ellas solo por escrito. La información recopilada fue analizada a través de una codificación abierta y luego axial para generar categorías en el Software Atlas ti, en las cuales se pudieron identificar tanto las problemáticas como las maneras más frecuentes de lidiar con ellas.

Antropología en terreno helado... y confinado

En el blanco continente surgen múltiples problemáticas, para las cuales se crean también múltiples respuestas. Para lidiar con aquello que atraviesan, los cuerpos científicos polares, independiente a su nacionalidad, edad o disciplina, traen consigo una serie de conocimientos previos y capacidades in situ.

Habitando la base científica “Profesor Julio Escudero”, en la isla Rey Jorge, acompañando a científicos y logísticos en diferentes terrenos, pude advertir que los trabajadores, por más durezas que enfrenten, tienden a adaptarse a las condiciones antárticas. Dentro de la investigación, se encontraron seis condiciones problemáticas asociadas a: el medio, los accidentes e incidentes, malestares físicos, sufrimientos emocionales, conflictos entre personas y grupos, y cargas institucionales.

Estas problemáticas identificadas por los cuerpos viajeros eran afrontadas mediante conocimientos prácticos, personales y colectivos, que les permitían adaptarse lo mejor posible a las situaciones y fundamentalmente continuar con su trabajo antártico. Llevar un botiquín de emergencia, planificar puntos de investigación con antelación, mantener la autorregulación de los cuerpos con vestimentas especializadas, secadores o bebidas calientes después de las salidas, llevar alimentos dulces y calóricos para un terreno largo, compartir música y dar masajes entre compañeros eran algunas de las prácticas que estos científicos mantenían para sobrellevar la vivencia.

Además de lo extremo de sus trabajos de campo, la vivencia que ocurre en una base científica los somete a problemáticas que van más allá de sus propios proyectos. Entre ellas –y aludiendo al momento en que vivimos–, vale la pena detenernos en los conflictos entre personas y grupos provocados por la convivencia confinada (fig. 1).

Los contextos materiales y ambientales tienen peso en nuestra forma de vida. Entender que un contexto genera un modo de habitar el espacio, con conductas, normas, valoraciones y jerarquías, nos permite notar la complejidad de la convivencia obligatoria. Podemos pensar, por ejemplo, en cómo las personas en reclusión por la pandemia del Covid-19 tienden a empeorar condiciones de base al convivir con sus propias familias, como se evidencia con el aumento en la violencia hacia las mujeres a nivel mundial, sin por ello ser el confinamiento la causa, pero sí un factor que empeora las consecuencias.

El confinamiento potencia ciertas problemáticas que no se han trabajado lo suficiente y la Antártica es un excelente ejemplo de ello. Puede venírsenos a la cabeza inmediatamente el caso de la base rusa Bellingshausen, donde Sergei Savitsky apuñaló a Oleg Beloguzov por contarle el final del libro que leía, tras una estadía de 10 meses de labor antártica conjunta. Ya no se soportaban y se llegó a la agresión física.

Pero sorpresivamente, y entendiendo la Antártica como un espacio de confinamiento y aislamiento, el caso ruso es peculiar, porque aquello no tiende a ocurrir en la práctica cotidiana del continente. Ciertamente surgen problemas de convivencia, pero, al menos, para estadías cortas, trabajadores científicos y logísticos lidian favorablemente con esta vivencia.

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