Alberto Damianovic es uno de los grandes jugadores que marcaron una etapa en los años dorados del básquetbol magallánico en los años 80 y 90.
Grande de estatura pero con un carisma y talento que irradiaban y contagiaban de alegría en el rectángulo de juego.
En medio de esta pandemia, el “Flaco” Damianovic fue el invitado de “Ídolos del Deporte”, donde junto a su conductor recorrieron su exitosa trayectoria. A continuación dejamos un extracto del programa.
-Hola, Alberto, ¿cómo parte tu motivación por el básquetbol?
“Partí jugando en el patio de mi casa, ahí en
Avenida España con José Menéndez. Mi papá tenía un pequeño patio,
teníamos un tablero donde todos jugábamos. Ya de más grandes, jugamos
algún partido con mi papá, mi hermano Carlos -que jugó también en
Punta Arenas- y mi tío Álex. Algo muy divertido y familiar. Pero la
verdad es que yo me incorporé a este deporte cuando inicié mis estudios
en la hoy Escuela Bernardo O’Higgins, la cuna del básquetbol, con
Leonidas Andrade, el profe Silva, “Calulo” Villegas, entre otros profes,
y compartiendo con compañeros como “Kiko” Lauler, los hermanos Twymann,
Emilio Boccazzi, el “Tuto” Mihovilovic, entre varios más. Teníamos un
equipazo y marcábamos diferencia en todos los gimnasios donde jugábamos. Ya
más tarde vino la competencia y mi primer club, que fue Sokol. Después
me fui a estudiar a Temuco y volví para jugar e integrarme a la UMAG, un
tremendo equipo y grandes amigos hasta el día de hoy”.
- ¿Cómo fue vivir esa generación?
“Lo
que pasa es que uno vivía con sueños del básquetbol, tu infancia era
muy reducida, era el compartir con los amigos, el estar en la cancha
para jugar un partido, como toda cosa, y creo que no lo podemos comparar
con hoy día. Es muy difícil compararlo, porque hoy día los chicos
también hacen deporte y con toda la tecnología a su alcance. Creo que la
formación de los profesores es muy relevante para cualquier actividad y
no solo en el deporte, sino formar a la persona, sumado a eso, yo me
acuerdo que los papás también se involucraban, entonces tienes en
tridente ideal: jugadores, el técnico y los papás apoyando”.
- ¿Qué recuerdos tienes del gimnasio cubierto?
“Mira, el gimnasio cubierto era “re simpático”. Nosotros en algún momento cuando ya éramos un
poco más grandes (16 años), yo tuve la suerte de conocer a un gran
amigo que es Osvaldo Novión, y un buen amigo y una gran persona como es
Christian Villena, y fíjate que nosotros íbamos a las 6 de la mañana al
cubierto, era un frigorífico (ríe). Pero ambos profes nos mentalizaban
con el “Ojo del Tigre”, en el sacrificio, el trabajo, el esfuerzo, el
trabajo de equipo; ese recuerdo de estar entrenando con mucho frío Y
esos recuerdos gratos de llegar el domingo al gimnasio tipo 5 y media o 6
de la tarde, lleno, afuera una cola para entrar y una jornada
basquetbolística de miedo, con un calor, era una caldera, en cada partido. Además, estaba la rivalidad de las barras y un nivel de jugadores extraordinario”.
-Ya que nombraste a esos dos grandes técnicos del baloncesto magallánico, Novión y Villena, ¿qué significó obtener el título de campeón de Chile juvenil el año 82?
“Fue
un premio a un gran trabajo, con una gira previa por varias ciudades de
Chile antes de llegar al Nacional de Puerto Montt. En ese campeonato
veníamos con la pica de Valdivia, quienes nos habían ganado el año
anterior, y sumado a Santiago y Valparaíso lo hacía un torneo muy duro,
pero lo ganamos y le entregamos a Magallanes un título nacional juvenil. El próximo año se cumplirá 40 años de ese maravilloso título”.
- Hoy tu hijo Vicente juega en Universidad Católica. ¿Cómo lo ves desde el punto de vista deportivo?
“Vicente, técnicamente es mucho mejor que yo. Está haciendo su camino en el básquetbol nacional y este año, a pesar de la
pandemia, es una buena temporada que tiene que aprovechar debido a los
pocos refuerzos que podrán utilizar los clubes en esta liga. Será una
linda oportunidad para todos los jóvenes”.
-En el final dejémosles un saludo a todos los magallánicos y a la gente del básquetbol
“Para cada uno de los magallanicos un abrazo grande, a cuidarse mucho, cumplir con los protocolos para salir pronto de todo esto. A la gente del básquetbol, los mejores recuerdos por todo lo vivido en aquella época. Fueron jornadas inolvidables, de gran nivel, donde todos fueron grandes partícipes. Los jugadores, los técnicos, dirigentes y, por supuesto, el público, que repletó el gimnasio de la Confederación Deportiva de Magallanes”.